Ejército de reserva

Laverne

No creas amigo, que en este país no hay ejército.
Hay soldados en todas los rincones de San José.
 
No te asustes amigo.
 
No son esos asquerosos policías amigo, las armas de este ejército no tiran balas.
Y las mayoría de ellos podrías ser vos, podría ser tu vecino.
Los policías tienen salarios de hambre, mal viven en casas de cemento,
y están en tus mismos barrios, y todos saben quienes son ellos.
 
Bueno pensándolo mejor, sí tienen armas,
pero estas armas, son armas que no controlan ellos mismos.
Estas armas las controla el mercado mundial de trabajo.
 
Imagina una gran fila de tristeza, de pansas vacías.
El hombre rico, ve este ejército vestido en harapos,
envía a la lucha armada de la piedra y el pegamento, y el frio de la calle,
a los experimentados viejos sin propiedad privada y manos desgastadas,
a luchar a la calle, a limpiar vidrios, a buscar en los basureros un poco de vida,
a recoger latas de tu fiesta de anoche, en las calles de San Pedro.
 
Muchos de estos soldados, cruzan las fronteras para intentar ser enviados
a la gran guerra de la recolección del café, que permite tener al menos
una gran botella de alcohol de farmacia para cenar, para compatir con los indios
del Panamá, que llegan hasta Dota, y duermen en estos grandes batallones
de las haciendas del cafetalero rico, todos juntos,
burlándose de las rencillas milenarias de la piel blancuzca.
 
¿Como se reclutan estos ejércitos?
 
Gran preguntan amigo.
 
Agarre una gran industrial, échelos a todos.
Envíale, en nuestro caso, malos precios del café,
saque algunas maquilas textileras y envíelas a China.
Contrátelos por unos meses, quíteles la dignidad,
trate que sus hijos crezcan en calles oscuros.
Aplíqueles la sedosa crema del humo negro del centro.
 
Espérate unos cuantos años amigo, aparecerán tirados en la calle.
Durmiendo en casa móviles de cartón, haciendo el amor en la zona roja.
 
¡Y vos amigo, los ves como si fueran unos simples vagabundos!
 
Los viejitos, los chapulines que roban tu cartera,
los que andan arrastrando la vida con la cara sucia
y una mano alzada pidiendo limosna.
 
Ellos son como vos, solo que sin trabajo.
¡Fuerza de trabajo latente!
 
El mercado se ríe de ellos, y te dice,
¿Querés este salario de mierda?
¿Querés vivir en la calle amigo?
¿Querés esta botella de tristeza amigo?
 
Y vos los ves con desprecio y asco, amigo....
 
¡Abrázalos con el amor de clase,
véalos como tristes desempleados sin casa!
 
 ¡Hagan crecer las calles, con ellos y los que pueden parar las industrias!
 
Cuando llega uno de ellos y te mete el puñal,
y llega un hombre y le mete treinta balazos,
te das cuenta que la tarea es dura.
 
Este doloroso camino, de sentirse hermanos mundiales...
 
Yo, de mi parte, no tengo otra salida más que aportar mi grano de humanidad.
 
¡Es increíble que estos ejércitos gigantes, no puedan contra un puñado de imbéciles!
 
En las crisis capitalistas se multiplican los policías,
pero también, este ejército de reserva crece
y se apuñan todos en los rincones de la familia y la calle del mundo.
 
Es un asunto fácil, vaya con algunos amigos al cuartel más cercano,
invite a algunos mal olientes soldados, a tus amigos del trabajo latente,
y explíqueles que estas armas no son para protegerte del drug dealer,
sino que son para que las fábricas de mercancías sean de todos los habitantes de la tierra.
 
Que difícil tarea, sacarles los países de las cabezas dirás...
 
Pero cuando ves en los barrios, colombianos y nicaragüenses,
te das cuenta que el hambre no es cosa nacional,
y enciendes el tele, y ves a los gringos y los españoles,
y ves bombas de fuego en pieles policial de los dioses griegos
es fácil ver que el ejército de reserva no es un asunto nacional.
 
Vos como comunista, lo sabés, y no te queda otra cosas,
que enviarte a la batalla humana, de unir los barrios en una sola clase.
Ya lo dijo un gran representante de nuestra humanidad:
 
"El revolucionario es, entre otras cosas, el hombre más útil de su época."
 
¡Y yo, no encuentro más útil que ver este ejército en harapos en nuestra clase!