El tiempo que nunca llega

Laverne

Estas sentada en una rama de la casa, aldeana,
divisando la congoja de la valija, y reclamas,
ahora estas esperando el terremoto,
y luego,
por la ventana,
llega la fatiga extraña.
 
Estoy escondido a la vuelta de tu vida, urbana,
guiando a los tamemes de tu drama
hacia la imaginación de tus ondas, gitana,
escuchando el dulce sonido de tu aroma, pana,
imaginando el panorama de tu blasfema trama.
 
Tengo el tiempo alargado con una pequeña yaga,
que me amalgama, y me arden las ramas,
caes abrazada, sentada, brava,
y me arrebatas, con dragas, las más bellas ganas,
y se te derriten las rimas sobre tus bragas, ¡hay llamas!
 
Yo no sé como no estallas…