Haydée

Roberto Fernández Retamar

¿Cuántas niñas van a llevar tu nombre en lo adelante?
¿Cuántas veces volverás a nacer
En un batey, en una aldea, en alguna provincia remota de un remoto país,
Donde no sabrán al escuchar tu primer llanto
Que de nuevo ha caído sobre la Tierra un cometa
De inmensa luz azul, de ávido fuego?
¿Cuántas veces volverás a crecer asombrada
Entre flores y penas, mirando a unas con ojos devorantes,
Y a otras inconsolable, como si tuvieras sin saber por qué la culpa
De esas lágrimas, de ese rostro marchito?
Y otra vez será el estallido, la cólera sagrada,
Toda ella de amor, para que cese
La desdicha del otro, que ahoga como el asma.
Y serán otra vez los combates, la sangre del hermano,
El olor de la pólvora, la montaña llena de estrellas y de sueños.
Y en manos como las tuyas empezarán las cosas otra vez,
Y habrá alegrías y escuelas y árboles dorados, y tristezas
Por quienes no llegarán a ver esos momentos,
Tristezas con frecuencia del tamaño del alma.
 
Todo será de nuevo, en tantas partes.
Lo sabemos.
 
Pero entrando cuando no se te esperaba, de repente,
Abriendo la puerta detrás de la cual la reunión se deshacía como una granada,
Deteniéndote para mirar con intensidad, afinando los ojos, un cuadro,
Y luego hecha toda risa, y toda angustia luego,
Evocando la madrugada terrible y hermosa,
O avizorando el porvenir de tus pueblos de América
(Ese porvenir en el que no estarás y estarás),
Moviendo la cabeza como la linda muchacha de pueblo que nunca dejaste de ser,
Así no te veremos ya más, sino en el corazón
Donde ahora vives junto a la madre y el hermano
Y los tesoros guardados en la pequeña gruta de la infancia.
Allí, multiplicada y única, estás, invulnerable,
Y en los días duros y en las noches difíciles
Desde allí nos hablas todavía con ternura y firmeza, porque sabes,
Querida niña, querida hermana, querida justicia, querido amor,
Sabes todo lo que te seguimos necesitando
necesitando.