Tú sabes bien que Dios arranca los ojos
a las flores pues su manía es la ceguera.
Vicente Huidobro
Futuro de hormiga:
rascale la quijada a la luna,
encuentrale las cigarras al amor,
envuelvele en el ruiseñor de
la traición una nueva razón
para el dolor azul de tu
mirada triste;
la que vi ayer.
Abrirle la puerta al alma rota
y dale un poco de agua de lágrimas,
arruínale su próxima velada con la lluvia,
besale la mejilla y mojale la boca
con una lengua ansiosa,
hacele vibrar la punta de los pelos,
toma su néctar y dañá.
En el día en que duermen los
perfumes ebrios,
estoy gritando tu nombre,
nadie escucha sin mover la casa,
escribes en papeles viejos
espejos donde gritaste desnuda
alguna vez,
donde soñaste los perros del amor,
donde la jauría llamaba a los dormidos
en el canal donde Dios miente.
Te estoy llamando mujer.
Abrochate el arma junto al pezón
rebelde,
abrazate a las 4:20 de la tarde,
para imaginarte haciendo enredos
con tu pelo,
luego,
volale los sesos al de los pedos queditos,
y reí.
Saldá, ahora, a mi nuevo llamado
y pedile perdón
(por ser solo un bribón).
Remuevele al alba a los viejos gritos
de la enajenación, mujer,
y dejame mirarte nuevamente desnuda,
hasta que el amanecer sienta pena de sonar.