José Carlos Mariátegui La Chira (1894, Peru - 1930, Peru)
Mariátegui
Campanario de la Congoja
QUE HACER, estonces,
en ese trance pavoroso y duro,
en ese minuto de sombras desatadas,
sin furia sin coraje, sin valor para nada,
sin nunca más un latido
para llamarle desde el refugio del dolor,
sin fuerzas ya para siquiera hacerle señas...
La vida que me diste
Renací en tu carne cuatrocentista, como la de la Primavera de Botticelli. Te elegí entre todas porque te sentí la más diversa y la más distante. Estabas en mi destino. Eras el designio de Dios. Como un batel corsario, sin saberlo, buscaba para anclar la rada más serena. Yo era el principio de muerte; tú eras el principio de vida. Tuve el presentimiento de ti en la pintura ingenua del cuatrocientos. Empecé a amarte, antes de conocerte, en un cuadro antiguo. Tu salud y tu gracia antiguas esperaban mi tristeza de sudamericano pálido y cenceño. Tus rurales colores de doncella de Siena fueron mi primera fiesta. Y tu posesión tónica, bajo el cielo latino, enredó en mi alma una serpentina de alegría....