Derechamente, tal como pasó todo, quiero contarlo.
Tal vez no llegue a explicarlo bien,
Ya será otra vez muy bien explicado todo.
Esto es lo que yo digo:
Con la llegada del “verdadero dios” llegó nuestra miseria;
Llegó la era de la sequía,
Llegó el doblez del tiempo que pone fin al regocijo,
Llegó la hora de pedir la comida por medio de acertijos.
Llegó el tiempo del vómito de sangre,
De la limosna,
De la discordia oculta y de los atropellos;
De los despojos de todo,
De la venta de traiciones,
Del chupador del indio;
Mala voluntad, mala enseñanza,
Cambios y recambios de padre.
Siete veces de a braza el cordón umbilical de la
tierra nos piden de tributo.
Nueve dioses trajeron,
De cabeza puntiaguda y trasero pelado:
Tres de gesto amarillo,
Tres de gesto negro,
Tres de gesto cerrado.
Y decían que se juntaban,
Pero no decían lo que amaban.
Loco en verdad era el hablar,
Locos los ojos,
Loco el semblante de los espantajos colorados.
El katún de la Flor de Mayo enloqueció,
robado el tiempo de su señorío,
Recogidas todas sus mariposas y sus nombres:
Sac-Labtún, adiós!
Adiós Kinchil-Cobá
Adiós Chichén, Uxmal,
Pakán, Homtún, Sayil, Kabah!
El Nueve Amargo,
No trae pan, sino flores de cizaña.
Borracho de lascivia está,
Y su asiento es de envidia,
como su jícara y su plato,
Como su boca y su entendimiento.
De pecado es su voluntad, y su enseñanza.
Según el dios de los Barredores,
Lamedores de platos,
No nacimos, fuimos procreados de animales.
Así dicen, mientras comen nuestro maíz,
Los fulanos de tales.
Libros del Chilam Balam
Textos Maya de los siglos XVI y XVII