Recuerdo de un beso

Laverne

La lenguas se saludan con las puntas extendidas.
Sintiendo el alma derretirse en carnes opuestas,
cuerpos que se tocan y escuchan los sonidos
de aguas turbias, aguas que se entrelazan.
 
Veo tu olor en mis sentidos,
veo tu cuerpo de mujer enfrentado
a las ganas profundas de saborearte.
 
Estas deliciosa, sabes a peligro inminente.
Te tengo ganas de conocerte bajo la ropa.
De toparte en calles oscuras.
 
Me tocas con tus manos blancas extendidas
yo con mil edificios viejos
veo este cuerpo incandescente que me llama
me dice tócame, mírame, tómame.
 
Te toco con mis brazos humildes.
Con una colonia escondida en barrios ladinos.
 
Estas bella, sembrando en mi el deseo creciente,
las ganas infinitas de provocar la ira del placer.
La explosión que junta nuestras letras.
 
Desnudos en la noche que no acaba,
que frustra el día del trabajo,
los sueños pueden esperar.
 
Puede caminar somnolientos con el recuerdo
creciente de besarte en ríos imaginarios
en la hora del café,
en la hora del almuerzo.
 
De llegar corriendo a ti,
cansado del día.
 
Cansando de estirar la rutina,
de posponer libros a los pies de la cama.
 
Estas extendida en la cama.
Estoy viéndote agarrar el próximo avión.
 
Alejando mi mundo pisoteado
como un recuerdo exótico.
 
Yo seguiré inventando historias contigo.
 
Estaré oliéndote en cada extranjero.
Esperando saber de ti en periódicos.
En correos que se extinguen.