Efectos de una historiadora radical

Laverne

                                                                                  Para A
Te imagino analizando textos amarillos,
destrozando palabras con claros trillos,
armando una cabeza y sus manos se entremezclan
     en la naturaleza de una supuesta lógica
     catastrófica de un pasillo
     que solo son los hechos
     que apuntan a históricos pillos.
 
También pienso en las chispas de tu cabeza,
cuando las palabras se encuentran
      con los recuerdos y las experiencias en la mesa,
cuando surgen eléctricas almas animadas
      de los muertos solitarios
      que ahora tienen una redentora morada,
y la seriedad refleja la necesidad
       de la comunicación colectiva de la metralla,
denunciar y luego armar para amar,
luego se inicia el camino por rutas arrojadas
       donde encajan las malas experiencias irritadas
       para animar la necesidad de una nueva mirada.
 
Tiempo después,
otro tipo lee tus gritos en hojas blancas arrugadas,
y los hechos consumados y las mentiras
       le lloran a una vieja mimada,
y también se siente muerta la ira
       con tus chispas petrificadas,
entre los párrafos que sangran
       con claros caminos de una armada,
y los pelos colectivos se abrazan
       en el chichón de la mamada,
y se va a la madriguera por armas y una mata rosada,
y en el camino,
recogen algunas incógnitas expiradas
       del sectarismo pequeño-burgués de tu redada,
que solo lee los libros de viejas rimas oxidadas,
y los colocas en la esquina de la vergüenza chillada,
inmediatamente,
se encienden las ganas de la colaboración,
se quieren armar reuniones gigantes en la mirazón,
donde todos podemos ofrecer nuestra situación,
nuestras palabras y ponerlas en franca discusión,
en la sincera fiesta de la discordia y la comunicación.
 
Pero nunca desenfrenar y  amanecer
       en los intentos de verdad,
nunca la muerte, ni la soledad,
más cuando esta surge
       de las extrañas de una obviedad,
la confusión empieza en una ardua
     recopilación de mentiras sin piedad,
y los ríos de sangre son viejos
     recuerdos de errores irrepetibles de otra sociedad,
impulsados por triunfos falsos
     entre banderas que llevaron la patriedad,
y la guerra de los barrios en ceguedad,
     muestran cuerpos mutilados
     descompuestos en la humedad,
mientras las mansiones
     se abarrotan de pieles tersas en ebriedad,
     cuerpos hinchados de suciedad,
y las calles donde se pudre su propiedad
     buscan respuestas a esta contrariedad...