Se mueve el viento circundante
con su andar,
y el reflejo de las chozas
dibuja un alma libre que grita, come y ama,
vientos se enrumban en viejas siluetas
y la mirada penetra en púas
que ahora están llenas de grietas.
La guerrera sabe caminar con el son,
y un olor a locura, con mucha pasión,
pone a llorar a los cielos la felicidad,
para que el viento pueda salir jugar.
Un testigo desinteresado
explotó en carcajadas,
se ven los vecinos viendo los ojos locos
que sonrieron en aquellas redadas,
y los barrios abrieron sus ventanas
a los nuevos vientos de la humanidad,
todos los borrachos salieron corriendo,
y los lirios despertaron con el tufo
del movimiento en perpetuidad.
Los estúpidos amigos se acariciaron
para joder y beber,
los soles volcaron las esquinas,
y los dioses salieron a disfrutar
los breves momento esquivas.
Luego las tormentas del pensar y mirar,
y el sonido siguió bailando
en los gritos de los parques,
y una música surgió de las ranas,
y los matorrales tocaron
bajo viejos almanaques,
y las sillas en todas las esquinas,
y los guardias tocaban en sus ruinas,
y las caricias escondieron a los chivatos,
y luego,
los grillos gritaron disparos
a la luz de los postes novatos.
La calma volvió con los momentos
de erudición,
y los espacios se vieron ridículos
al acaparar lugares erróneos
en aquella situación,
y nadie protestaba de este caos
que provocaba la circulación
de la humanidad que volcaba
su alegre caminar.