Rosales de suburbio

Alfonsina Storni

Claro, como llegó la primavera,
Sobre las pobres casas
De latas y maderas,
De los suburbios, buen rosal que trepas,
Te has cubierto de rosas.
 
Si tú fueras
Como los hombres, oh rosal, sin duda,
Como ellos, prefirieras
Para bien florecer las ricas casas,
Las paredes lujosas; y desiertas
Dejaras las paredes de los pobres.
Pero no eres así,
La dulce tierra
Te basta en cualquier parte y te es lo mismo,
Para tu suerte. Acaso, tú prefieras
Las modestas casuchas donde luces
Mejor, enredadera.
Único adorno que no cuestas nada...
(El agua, buenas rosas, todavía
Se baja de los cielos sin gabelas).
 
En las bellas mañanas, cuando miras
Las ventanas abiertas,
Tus brazos verdes y jugosos, buscan
El espacio sin vidrios, y penetran
Al interior del cuarto: —iBuenos días!
Tus corolas intentan
Decir con sus rosados labiezuelos
A la modesta pieza.
 
Luego, si muy risueño
Se te acerca
El niño sucio de azulados ojos
Y carnes prietas,
Te haces el que no entiendes y no miras;
Pero entiendes y miras, y le sueltas
Con mucho disimulo,
Como quien no quisiera,
Sobre sus rizos de oro, una corola
Sabiamente deshecha.
El niño, entonces, de suburbio, luce
En la rubia cabeza
La corona divina. No la siente
Porque nada le pesa
Y como un Eros haraposo, canta,
Y corriendo se aleja.
 
Alfonsina Storni, Poemas (Buenos Aires: Biblioteca del Congreso de la Nación, 2017), 36-8.