De pronto suena en la noche una sirena
de alarma, larga, larga,
el aullido lúgubre de la sirena
de incendio o de la ambulancia blanca de la muerte,
como el grito de la cegua en la noche,
que se acerca y se acerca sobre las calles
y las casas y sube, sube, y baja
y crece, crece, baja y se aleja
creciendo y bajando. No es incendio ni muerte:
Es Somoza que pasa.
Ernesto Cardenal, “Ernesto Cardenal (1925)”, en Antología General de la Poesía Nicaragüense, ed. Jorge Eduardo Arellano (Managua: Ediciones Distribuidora Cultural, 2007), 360.