Los reyes de este mundo son ancianos:
no tendrán herederos.
Los hijos mueren siendo aún muchachos,
y sus pálidas hijas entregaron
las coronas enfermas a la Fuerza.
Lo desmenuza la plebe en dinero,
el señor oportuno de este mundo,
lo extiende en fuego en máquinas
que a su voluntad sirven, rezongando;
pero no hay dicha en ellas.
Nostálgico el metal está. Y pretende
huir de las monedas y las ruedas
que le enseñan una pequeña vida.
Y saliendo de fábricas y cajas
se volverá a las venas
de los montes abiertos,
que detrás de él se cierran.
Rainer Maria Rilke, “De «El libro de horas»”, en Versos de un joven poeta, trad. José María Valverde y Alberto Assa (Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial, 2018), 56.