Lo único que ha cambiado
son los pedazos de humanidad
marchita que busca la ira
de las fronteras para poder
soñar en un mañana mejor.
Nicaragua, Honduras, El Salvador,
Guatemala, México,
el charco de muerte esquina,
las muertes compartidas,
el agua de los gritos en
sueños inútiles,
mientras la imaginación
no para en uno de los profundos ríos,
se escucha la incapacidad
de conjuros que se oyen
en gritos miedos,
en el tufo de la desesperanza ahogada,
en la vieja ira de odios imperiales,
que bloquean la vida
en las remesas-comida.
Los ecos de las noches tristes
son más fuertes en los demonios de ayer,
en las calles serias donde el
sol se niega a dormir,
y la lágrima cae en sudor,
ahí ando preocupado por
los niños muertos,
o lo que circulan en los vientres
de madres caminadoras,
por la brisa que levantan los tanques,
y las botas negras sobre el suelo
de la policía de fronteras.
Ya no quiero ser indigno solo
a través de las oscuras
imágenes del poeta,
que nacen al norte del sur
de mi alma,
para encarnar en mí,
en mi mente y mis actos,
todo aquello de lo que aborrezco,
que solo existe en sentimientos y anhelos
y residuos de sueños.
Es mentira que la naturaleza y la vida
están en la carne de la praxis,
es mentira.
La naturaleza es la escusa de aquel
que quiere extraerse a través de ideas
que solo florecen junto al
cómodo salario de la insurrección
literaria.
Aquellos que no puede amanecer
y los que no quieren, siquiera,
llegar a la imaginación,
están muertos en sueños inútiles,
tirados en los charcos de la esperanza
de las fronteras imperiales.
Todo esto surge cuando
vierto mis viejos amigos,
cuando abrazo sus almas
y me cobijo en un pequeña
isla de esperanza.
Desde acá me convenzo
en lo subterráneo pero verdadero,
en la fuerza que mueve los pies
hacia un paso más allá
donde la humanidad
solo puede verse en espejos,
para llorar y revivir
en la noche junto al
calor de mis amigos
muertos,
en la humedad
del amor de la esperanza
caída en los charcos
de las fronteras,
en los horrores
de los niños muertos,
en la carne de nuestros amigos caídos.
Valencia, 27-06-2019