Alta hora de la noche

Roque Dalton

Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre
porque se detendría la muerte y el reposo.
 
Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos,
sería el tenue faro buscado por mi niebla.
 
Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas.
Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.
 
No dejes que tus labios hallan mis once letras.
Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.
 
No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto:
desde la oscura tierra vendría por tu voz.
 
No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre.
Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre.
 
 
Roque Dalton, “El turno del ofendido”, en No pronuncies mi nombre. Poesía completa I, ed. Rafael Lara Martínez (San Salvador: Dirección de Publicaciones e Impresos (DPI), 2005), 444.