Sin título

Ramiro Oviedo

1 Llueve prácticamente gratis.
Se me hace humo la boca.
Las torres de las iglesias flotan como orejas de burro
en medio de la bruma.
 
2 Como en un óleo de Víver
Quito se ha dormido de pie
frente al museo Camilo Egas. Las golondrinas se acurrucan en una cornisa
muy cerca de una lumbre de miel
y se ponen a escuchar las palabras de la lluvia
chorreando sobre los taxis.
 
3 Esta ciudad es mujer.
No cabe duda.
Si no es mujer es un travestí mago
duende o camaleón, ciudad Miss Mundo
turista de sí misma
Va saliendo como de un cuadro de Zapata
vestida con palabras de candela
 
4 Lo que es yo
me quedo en esta acera donde el domingo es gótico.
Aquí
los ciegos son luminosos
—no impostores—
Y las mujeres caminan bonito.
 
5 Llueve a ritmo de rap.
Pero llueve también agua de lejía
sobre el ciego del barrio y sus harapos.
 
6 Llueve sobre el paraguas de un par de enamorados
—no se sabe si escarcha o si esperma—
entreabriendo los ojos más felices del mundo
interrumpiendo un beso de caníbales
Se echan a correr al café de la esquina.
 
7 Llueve en esta ciudad
y La Mariscal es el único reloj
en perfecto estado de funcionamiento.
 
8 No cabe duda.
Esta ciudad es mujer.
(Ni la menor idea de dormir.)
El revuelto soy yo
nadando entre dos aguas,
como Piscis barato.
 
 
Ramiro Ovideo, “Ramiro Oviedo. Riobamba, 1952”, en Poesía ecuatoriana contemporánea. De César Dávila Andrade a nuestros días, ed. Xavier Oquendo Troncoso (Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, 2011), 507-8.