Marx

Pablo de Rokha

La voluntad socrática, ardiendo con fuego
      aritmético,
cuadrado y helado, regía
aquel gran corazón sin entrañas.
 
Su horizonte astronómico
      de las máquinas biológicas la precisión teniendo,
y lo dramático lo dinámico,
era del material relativo del infinito;
algo muy duro, como hecho, limitable en volumen
      inminente,
y cuya expresión cristalina buscaba las aguas.
 
Piedra y hierro besándose por amor preciso
y definitivo.
 
Amaba con el cerebro,
a aquella humanidad eterna de su laboratorio.
 
Un mapa sonoro atravesábale las vísceras,
Y anhelaba, matemáticamente, lo armónico.
era un hecho no era un sueño en su estatura.
 
y el animal que habla y que llora,
 
Su sentimiento era su pensamiento pensando,
y existir era su misterio.
 
Sin embargo, creía en la vida regida por
      el hombre.
 
Huían los dioses hacia la superestructura
      histórica,
frente al puñal cerebral del materialismo y
      sus métodos,
 
como una gran bandada de navíos;
la canalla metafísica, hoy, en el instante
      de la verdad heroica y el enorme cara a cara
      a la existencia,
el celeste crimen ahorca en el palo solar del
      oriente que adviene.
 
Primero el hombre, el hombre y su dominio,
la verdad-sociedad, generando la historia
      expresada y definida en héroes,
mañana el arte gigante y sin clase, como mito.
 
Comer y procrear, certidumbres,
flor de la lira marxista, escalonándose
      en pirámides,
canto del álgebra, poesía comunista.
 
Expresando la razón técnica,
en la escala jerárquica de los valores, la conciencia
      específica,
intuye los fondos oscuros,
arrasa la causalidad temporal-espacial y emerge
su actitud, goteada de espanto,
ortodoxa y estupenda de razonamientos,
y la pálida matemática.
 
Cabeza de libro, Marx,
y un orden del orden que canta, rimando
su gramática,
clavel de miel sociológica.
 
Bramaba la tonada de la plusvalía,
el poema de los cálculos matemáticos, y la belleza
      y la justicia económica,
la canción funeral, a la verdad burguesa;
y el viento de fuego de los héroes, azotando
      su esperanza,
hacía flamear su ideal, como un pabellón rojo.
Lección de virtud científica,
piedad ecuménica, bondad astronómica, arrasando
la compasión capitalista.
 
Presencia, energía, dureza,
un metal infantil, modelándose en grandes edades.
 
Dios sin leyenda.
 
 
Pablo de Rokha, “Los 13 (1933-1934)”, en Epopeya. Antología, ed. Carlos Droguett (Santiago: Penguin Random House Grupo Editorial, 2018), DIGITAL.