Un plan

Roque Dalton

En mi país no hay suficientes crímenes. Con el hambre que hay y estando limitado a los banqueros, esposas e hijitos el consumo de estupefacientes, la cantidad de crímenes es en realidad ínfima, irrisoria. Se espera, sin embargo, que el nuevo gobierno logre estimular en forma por lo menos esperanzadora el cometimiento constante y sistematizado de asesinatos, asaltos y violaciones. Un asesino de 28 años, hijo bastardo de Hemingway (sí, sí, de Ernest Hemingway, yo sé) ha llegado al país para dirigir una campaña nacional en este sentido. El asesinato o la violación de una virgen de la clase media se premiará con joyas y dinero. El asesinato de una anciana está clasificado como un deber y no contempla paga. Para el caso de la infancia —en razón del número—, se tenderá a estimular el suicidio, dado el ambiente de las primeras discusiones al respecto. Según el plan de López Hemingway, siempre que se garantice la difusión en todo el territorio nacional de los nuevos métodos de violencia, en menos de dos años mi país será ideal para casarse y tener hijos, así como para iniciar la siembra intensiva de nuevas especies tropicalizadas de trigo.
 
 
Roque Dalton, Los testimonios (San Salvador: UCA Editores, 2008), 68.