Corazón clandestino, seccionado en mil,
amor de prostíbulo, tristeza infinita.
Dejo los temblores y temores de asalto.
La nave no sabe de amores contrariados
no sabe de un país chiquitico
agricultor de revolucionarios centroamericanos.
La nave despega por la noche
para no asustar a los puertos,
para dejar pensando en sueños
extraños a los únicos amores
verdaderos de San José.
El imperialismo europeo es un viejo terco.
Yo voy como si fuera vanguardia,
lleno de borracheras y acciones radicales.
Mi maleta está llena de expectativas.
Mis libros no alcanzan a calmar mi colonia mental.
Mi ansiedad se mide en nostalgias de techos herrumbrados.
Creo que tendré que pensarte en una célula explosiva.
Para no sentirme invadido por una carabela española.
Te dejo tirada en tus deudas externas,
en tus despertares de domingos rojos, enamorados.
Tocaré el suelo como si fuera un extraterrestre.
Como cuando Rosa roja salió de Varsovia
para estar en la punta del fusil de masas.
Te estaré pensando desde la madera tropical de mis huesos.