Carnets (extractos)

César Vallejo

Del carnet de 1929 (20 sept.) y 1930
 
No es poeta el que hoy pasa insensible a la tragedia obrera. Paul Valéry, Maeterlinck, no son.
 


 
Los intelectuales son rebeldes, pero no revolucionarios.
 


 
El amor me libera en el sentido de que puedo dejar de amar. La persona a quien amo debe dejarme la libertad de poder aborrecerla en cualquier momento.
 


 
Yo amo las plantas por la raíz y no por la flor.
 


 
La naturaleza crea la eternidad de la substancia. El arte crea la eternidad de la forma.
 


 
Artísticamente, socialismo no es lo mismo que humanismo.
 


 
Del carnet de 1932
 
Espinoza parece disfrazado del él mismo, de Espinoza.
 


 
Siento como crecen mis uñas.
 


 
Siento como crecen mis barbas en sueño.
 


 
Hace frío teórico y práctico.
 


 
En el aire frio se veía humear la boca de una persona que hablaba y la mierda del perro que acaba de cagar.
 
Del carnet de 1934
 
Mi anarquía simple, mi gran dolor compuesto de alegrías.
 


 
Todos corren de su propio pensamiento. El que baja una escalera, marcha en un tren, pasa por la calle, etc., lo que hace es correr de su pensamiento.
 


 
El chico que dijo, señalando el sexo de su madre: Mamá, tienes pelo ahí.
La madre le dio un manazo: ¡chut! mozo liso.
El chico vio, sin embargo, una cosa existente y su conocimiento fue roto y controvertido por su propia madre, cuya palabra le merecía toda fe.
Aquí está la raíz de la farsa social y de los fracasos de la historia y de las luchas entre los hombres.
 
Del carnet de 1936/37 (1938?)
 
¡Cuidado con la sustancia humana de la poesía!
 


 
Descomposición o vivisección del proceso de creación de un poema.
 


 
La incompresión de España sobre los escritores sudamericanos que, por miedo, no osaban ser indoamericanos, sino casi totalmente españoles. (Rubén Dario y otros).
Lorca es andaluz. ¿Por qué no tengo el derecho yo de ser peruano? ¿Para que me digan que no me comprenden en España? Y yo, un austriaco o un inglés, comprendemos los giros castizos de Lorca y C°.
 


 
Una visita al cementerio el domingo 7 de noviembre 1937, con Georgette. Conversación empieza con el egoísmo de G. -dialéctica del egoísomo-atruismo-. Pasamos a la dialéctica en general. Aludo a Trilce y su eje dialéctico de orden matemático -1 -2 - 0- "Escalas": o instrumento y conocimiento: el rigor dialéctico del mundo objetivo y subjetivo. Su grandeza y su miseria o impotencia.
Me refiero a Hegel y Marx, que no hicieron sino descubrir la ley dialéctica. Paso a mí mismo cuya posición rebasa la simple observancia de esta ley y llega a cabrearse contra ella y llega a tomar una actitud crítica y revolucionaria delante de este determinismo dialéctico. Luego pienso en Pascal, cuyo pensamiento figura, sin duda, entre los que pasando del materialismo o cientificismo (su física), a la filosofía, luego a la metafísica, luego a la religión, luego al cristianismo y, por último, a catolicismo.
Llegamos al cementerio recitando mi verso: "Ser poeta hasta el punto de dejar de serlo" y el otro "la cantidad enorme de dinero que cuesta el ser pobre".
La tumba de su madre. La contemplación de la muerte, desde el punto de vista biológico y vital (madre, amante, los nueves meses y madre después, fuera del vientre).
Otoño - Hojas secas - Frío - Regreso -.
Un gato al pie de una iglesia da lugar a una charla sobre los animales legendarios. Anécdotas del libro sobre la gata que criaba pollitos, el león y el esclavo, el gato y la paloma que él devoró después de lamerle sus heridas, por olor de la sangre.
Pienso en mi gato sentado en la mesa, intervino en un poema que yo escribía, deteniendo con su pata mi pluma según el curso de mi escritura. Fue el gato quien escribió el poema. Pienso luego en Verlaine y su poema a su "Yo".
-¿Es mejor decir "yo"? O mejor decir "El hombre"como sujeto de la emoción -lírica y épica-. Desde luego, más profundo y poético, es decir "yo"- tomando naturalmente como símbolo de "todos"-.
Al salir del cementerio, vemos un crucifijo sobre una tumba y hablamos de la "esperanza" cristiana, en el más allá: creación formidable de Jesús, que nace de lo más hondo del dolor humano - Después de la guerra, debería haberse producido un renacimiento enorme de la concepción cristiana del destino del hombre. Etc.
 
La muerte de la muerte
 
En realidad, el cielo no queda lejos ni cerca de la tierra. En realidad, la muerte no queda lejos ni cerca de la vida. Estamos siempre ante el río de Heráclito.
 


 
La música viene del reloj. La música, como arte, nació en el momento en que el hombre se dio cuenta, por la vez primera, de la existencia del tiempo, digo, de la marcha de las cosas, del movimiento de lo universal. ¡Uno! ¡Dos!... Y la escala nació.
 
Negaciones de negaciones
 
Quiero perderme por falta de caminos. Siento el ansia de perderme definitivamente, no ya en el mundo ni en la moral, sino en la vida y por obra de la vida. Odio las calles y los senderos, que no permiten perderse. La ciudad y el campo son así. No es posible en ellos la pérdida, que no la perdición, de un espíritu. En el campo y en la ciudad, se está demasiado asistido de rutas, flechas y señales, para poder perderse. Uno está allí indefectiblemente limitado, al norte, al sur, al este, al oeste. Uno está allí irremediablemente situado. Al revés de lo que le ocurrió a Wilde, la mañana en que iba a morir en París, a mí me ocurre en la ciudad amanecer siempre rodeado de todo, del peine, de la pastilla de jabón, de todo. Amanezco en el mundo y con el mundo, en mí mismo y conmigo mismo. Llamo inevitablemente me contestan y se oye mi llamada. Salgo a la calle y hay calle. Me echo a pensar y hay siempre pensamiento. Esto es deseperante
 


 
Los técnicos hablan viven como técnicos y rara vez como hombres. Es muy difícil ser técnico y hombre, al mismo tiempo. Un poeta juzga un poema, no como simple moral, sino como poeta. Y ya sabemos hasta qué punto los técnicos se enredan en los hilos de los batidores, cayendo por el lado flaco del sistema, del prejuicio doctrinario o del interés profesional, consciente o subconsciente y fracturándose así la sensibilidad plena del hombre.
 


 
Conozco a un hombre que dormía con sus brazos. Un día se los amputaron y quedó despierto para siempre.
 


 
Un médido afirma que para fruncir el entrecejo, se necesita poner en juego sesenta y cuatro músculos, mientras que para reír son suficientes trece músculos. El dolor es, por consiguiente, más deportivo que la alegría.
 


 
La idea es la historia del acto y, naturalmente, posterior a él. Primero se vive un acto y, luego, este queda troquelado en una idea, la suya correspondiente. Paul Valéry me excusará este pequeño aterrizaje, esta conjugación del infinitivo de El alma y la danza.
 


 
El día tiene a la noche encerrada adentro. La noche tiene al día encerrado afuera.
 


 
Se puede hablar de freno solo cuando se trata de la actividad celebral, que tiene el suyo en la razón. El sentimiento no se desboca nunca. Tiene su medida en sí mismo y la proporción en su propia naturaleza. El sentimiento está siempre de bueno tamaño. Nunca es deficiente ni excesivo. No necesita de brida ni de espuelas.
 
Vallejo, César. Carnets. Buenos Aires: Interzona Editora, 2016.