De como un mae cree que una mae escribe sobre sus antepasados

Laverne

pasás las hojas de las historias apagadas
–las que quieren hablarle al bosque en la oscuridad–
cuando duermen sus demonios acurrucados
en el frio y las ganas de ver el sol de la próxima
aventura, y de escuchar como cuentas los precios
en los supermercados, y te imagino de lado,
concentrada en cuadros con números,
queriendo cosechar lo que estás conspirando,
(¿y borrando las páginas del olvido?)
que no se puede superar hasta que la tinta logre resolver
la incógnita de la próxima decisión, todo en palabras,
la próxima idea fluida, que no pierda el sentido
de la historia que tenés escondida para que nadie
logre falsificar la manera en como se plasma
en la realidad, toda seguida de obvios caminos,
de rebeldías que te hacen esperarte a ti mismo
en un futuro que se convierta en un déjà vu,
quiero ser como un objeto contundente que se
atraviesa en esta lectura detallada de tus amigos,
de tus cálculos matemáticos y sociales
distintas y magnificas diferencias se tocan las
palabras entre una serie de artículos y verbos
todos ordenados para expresar sentido en
una evidente contradicción en tu historia
hasta te imagino teniendo un pequeño humano
que grita los versos de aquella noche
donde estaba escuchando esta misma historia
(y yo anonadado), y ahora también quiero
ser parte de tu multiplicación, lo juro,
quiero tirarte una clave en un río donde
hace una brisa con olor a mar,
(el río de Heráclito)
que deje ver tu verdadero lado siniestro
(quiero estar en el momento en que odias,
un poco más, a la humanidad para estallar contigo)
 
sería un placer abrazarse junto a la playa
y gritar unas cuantas métricas mal medidas
llenas de errores de procesamiento y de rebeldía
así quiero que se encienda el alma en las próximas
luchas textuales junto al cruces de pilladas
ahí quiero debatir sobre los últimos hallazgos
en la montaña del pasado que intentamos
acaparar como cuando se abraza a la arena
 
ahorita eres un párrafo de 10mil líneas
ahora solo hace falta cortar en pedazo las ideas,
borrar los espacios que nos repiten los argumentos trillados
(y los viejillos libros se ponen a llorar en la esquina del olvido)
(di, por los malos consejos)
(no hay hojas amarillas)
(no hay referencias al pie)
(no hay datos contundentes)
(no hay lo que los necios llaman “evidencia empírica”)
 
imagino la forma en como mirás las historias de los muertos
y la injusticia del pasado que no tiene redención te enciende la ira
y en ese momento, te lanzás a la lucha semántica,
(y yo anonadado)
es la batalla de los hechos contra los otros pensamientos,
interpuestos, esta vez, con razones del corazón
que hacen sonar en la mesa la tinta de la venganza
 
y entonces, ¿cómo vengar al olvido?
 
arremetiendo contra la insistencia de la marginalidad olvidada
tirando las derrotas en secciones que encienden la vida
y, luego, cuando se logra el puente de la ubicuidad,
y los lectores logran capturar la memoria de nuestros caídos,
la venganza habrá avanzando hacia un dulce final
(y yo anonadado)