Lo imagino en su isla de Solentiname es difícil el
nombre peinando el agua quieta y pensando y gritando
para dentro, Ernesto Cardenal.
Le pienso contemplando los crepúsculos con un sol
rojo en el bruñido horizonte
y soñando soñando con arreglar el mundo
un poquito siquiera detrás de las palmeras estáticas
que alguien pintó con un brochazo de luz y sombra
sobre la tersa inmensidad
Usted no me conoce no sabe ni mi nombre ni mis
trajines por la vida ni cómo fue que me ganó la
idea de alistarme la lucha
de recorrer los ásperos caminos de América
sus pueblos y países sembrados sabe Dios
de cuántos males
Le imagino alentando a los que luchan y sueñan
a los que se hallan huérfanos
de la fe que da el amor y la renuncia a todo bien
que no posean los demás el pan el agua la alegría
de ser de procrear al hombre de sembrar y cosechar
el fruto de las manos-
Le imagino, Ernesto Cardenal llevando a cuestas
su pobreza auténtica su báculo y su moral
de penas propias y ajenas y esperando que llegue
el día en que los polizontes de Nicaragua le caigan
a rebencazos para acallar su voz sus salmos de protesta
sus profecías por un tiempo mejor para los pobres
para los niños para las mujeres
Usted lo sabe Ernesto Cardenal luchador y poeta
los que se entregan como usted han de seguir la
misma senda que los Túpac Amaru o los Sandino el Che
inmolarse en las selvas y en las maniguas de América
y bajo el fiero sol y la inclemencia de los trópicos
o el frío de las punas o los yermos
Siempre hubo en nuestros pueblos desigualdad
abuso injusticia miseria
que abundaron los hombres de otros pueblos
los que se llevan sin reparar lo nuestro el pan
de cada día Pero ahora, Ernesto Cardenal es más
terrible lo que están haciendo las empresas transnacionales
y sus secuaces la CIA la ITT la Gulf y tantas
más que ya cuesta contarlas
son las que hincan sus uñas y sus colmillos
en las carnes del pueblo le desnudan y hambrean
y maltratan bajo la protección de los gobiernos
de todos los calibres unos uniformados otros
con el disfraz de los civiles
todos aconchabados en el afán de despojar al pobre
Aquí en este lado de América se siente el hálito
nauseabundo y deletéreo de los que sólo quieren
nuestras minas nuestro petróleo nuestro oro
así como nuestros alimentos la quinua y el maíz
nuestro pescado nuestro aceite
Los salteadores no se duermen alertas e insaciables
depredadores malandrines de todas las maldades
Es pequeña la tierra para saciar sus ansias de poseer
entonces hunden sus hierros en el mar en el mar nuestro
y se roban los peces el petróleo las minas acuñadas
en lo más recóndito de los fondos marinos
para esconderlo a su codicia
Mientras en Chile en Argentina en el Brasil en Uruguay
en Bolivia en Paraguay Panamá y Centroamérica siguen
clavando los cuchillos sobre la carne de los hombres
y corriendo la sangre sin tregua sobre la oscura tierra
Ay de las pobres víctimas de la insania de los déspotas
que esgrimen electrodos y picanas de las
mujeres ultrajadas enloquecidas violadas una y cien veces
por delirantes bestias que azuzan el odio ciego de los
que son más crueles que las bestias los tiranos
Jamás se regó sobre la tierra insomne más tormento
no fue más execrable seguir viviendo sin gritar a toda
voz en alarido la protesta el rechazo el reclamo de
justicia ¿Ante quién?
¿Cómo seguir viviendo así tan cotidianamente
rumiando la comida amando disfrutando cuando se ahogan
en su propia sangre cientos de miles de condenados en
la tierra? I en el África Negra con su apartheid
y sus Soweto y en Namibia y Rhodesia y en el Asia
en el Líbano y en Irlanda del Norte sobre el potro
de los ajusticiados? ¿Se puede seguir viviendo así
cuando un solo alarido de horror recorre
las vértebras del mundo?
¿El llanto de los niños negros acuchillados
estrellados contra los árboles por la justicia blanca
el acecido de los que están muriendo asesinados
día tras día?
Los hombres las mujeres los ancianos
Puede hacer algo desde su Solentiname
Ernesto Cardenal?
¿Es que hay algo que hacer?
Es desde aquí desde el Perú que también es América
y en donde me consumo mordiéndome las manos
muñones inertes que ya nada más pueden hacer
que le saludo con mi admiración en su doble
función de luchar y de poeta
[1976]
Magda Portal, “Poesía a destiempo”, en Obra poética completa (Lima: Siglo XXI Editores, 2010), 360-2.