I
NO es indispensable, poeta, que la escriba.
Su elegía.
No va ayudarla a morir con eso.
No va enterrarla más.
Si acaso a medio desenterrarla. Un pie
sólo entre terrones de humus en el Museo de Cera.
Deje que escriban otros su obituario.
Un redactor de la revista Gente dice:
"gozó de la amistad de Octavio Paz y Julio Cortázar".
Seguramente ellos —y otros
menos célebres pero considerables,
que también fueron sus amigos, escribirán.
Y los que no lo fueron ni cruzaron palabra con ella,
pero dirán, ahora que no puede desmentirlos: Ah, si,
Alejandra, Sacha, siempre sin un real, "fauchee".
Cuántas veces nos encontramos se sentó a mi mesa
y le invité a tostadas y té verde.
II
Tendrías que encontrar primero un buen epígrafe.
Luego, ¿qué género emplearía?
El coloquial: Cuando enlazados
bajo un solo abrigo, el tuyo, los pies helados,
volvíamos a la pensión desde la plaza de Saint
Germain a la rue del l'Ambre...o: Subías hacia mi
ágilmente a los peldaños del Metro, sin aliento,
porque se hacía tarde y nos perdíamos de ver "L'Age d'Or..."?
III
No vale la pena.
Como los optimistas malolientes, traperos
de poemas hediondos a ropa sucia, cuando hay
que revolverla toda hurgando
para buscar en un bolsillo algo extraviado?
Nunca.
Las sábanas de los suicidas están siempre limpias.
Se duchan antes del acto. Una ducha corta y enérgica.
Yo se algo de ellos.
Seres que invoca el silencio y ruido reciben
en respuesta.
Y los más allegados, los primeros en hacer más ruido.
¿Qué podría decirnos de esta muchacha, apenas humana
para lo demasiado demasiado humana que ella quería ser?
¿Qué va usted a decirle a quien quiso entrar en el silencio?
IV
Poeta, he venido a exhortar induciéndole
con palabras y ruegos a no escribir ninguna elegía
por su amiga Alejandra Pizarnik.
Le expuse mis razones.
Ahora, con su permiso, me retiro.
Carlos Martínez Rivas, “Carlos Martínez Rivas (1924)”, en Antología General de la Poesía Nicaragüense, ed. Jorge Eduardo Arellano (Managua: Ediciones Distribuidora Cultural, 2007), 356-7.