[el día previo a la caída al pavimento]
Veo una flor con sus ramos queriendo
ser más que un árbol podrido en una universidad,
el olor a putrefacción de la consciencia baila
al son de muchas cumbias,
las miradas peligrosas
del más allá que hacen vibrar
la superficie del cuadro,
y quiere tirarse a los carros
de la desesperación
pero todos paran
gritando muchos
improperios.
[primera caída a la cárcel]
Vuelvo a la gimnástica tomatinga solo con
tus ruidos pero desde la cárcel,
de luchas constantes con las fuerzas
del orden que te ven
con el bastón
de la supervivencia de la
yerba mala,
(que nunca muere)
la elegía de una masturbación
imposible en logros
inalcanzables,
y las voces familiares
de las frutas
donde está tu cuerpo,
que recibe los líquidos
de la efímera victoria
contra la ley,
y las derrotas solo aparecen cuando
cierran el bar o el portón de la casa
del relajo,
o el chillido de la puerta de la celda,
tus amigos, los presos,
aún te recuerdan.
[soñando libertad con alcohol]
Yo decidí dormir en varios sueños,
donde mueven los tombos con macanas,
para acelerar el paso hacia la nada,
pero el día siguiente,
la mañana desinteresada
de estas preguntas,
vuelve al sol al caminar,
como saliendo de las trincheras
de falsos abrazos,
de falsos amigos,
de falsos crucigramas.
[un día de goma]
La mañana típica de los
dolores del sol,
y la cara despierta dentro de un cuerpo
que pide preguntas sin obvias
respuestas,
y lo que veo son cuerpos inertes,
antiguos amigos de cárcel,
pero lo que busco
es el refresco
de la resurrección.
(birra bieeen fría)
[los cuerpos tirados]
Están tirados al sol luego
de la incómoda batalla contra la ley.
Están con los suspiros destrozados,
sus amigos
no están,
ni sus billeteras.
[El Estado y el alcohol]
Nadie les quiere "tomar"
en cuenta,
ni entre los bares
y sus infinitas cuentas,
ni las farmacias,
ni las alcancías robadas
a sus hijos,
ni en la comandancia.
Nadie.
Nadie, ni los símbolos
de los civilizados
pequeñoburgueses
pipis, fresas,
pipirinais,
que fuman
hasta desfigurar
la jeta de la fama.
Sus billeteras
solo alcanzan
para la vergüenza
de los bancos
o para coleccionar vacíos.
Ni las remesas hacen eco en la nostalgia
de los gritos de sus amigos encarcelados,
o muertos, o simplemente viviendo
tranquilamente una vida de familia
y yendo los domingos a la iglesia
con quince hijos.
Es decir, los muertos en vida "civilizados".
[Muerte en vida]
Estan todos vivamente muertos.
Solo los ángeles de la soledad
permiten eliminar todos los recuerdos,
tengo muchas ganas de mirar solo
viendo su apacible tranquilidad
de los falsos sueños de ultra tumba,
cuando sacan la mano para estirarse,
o para pedir un cinco.
[0 problemas con la ley]
La policía los ve como inofensivos niños
que hay que barrer o patear.
[el encuentro y la lectura de falsos poetas]
Hoy quise cruzar la línea
hasta llegar a sus aposentos,
y no estoy solo,
ni los quiero esquivar,
tengo a todos los poetas muertas
caminando en esta oscura
mañana soleada,
para descifrar
este misterio.
Sus ideas nos empujarán y
las calles destrozadas
por los antimotines de la libertad
poética,
son perfectas para escribir
sobre la descomposición.
Los "radicales" cantores del estatus quo,
es decir, los falsos poetas,
envían todos los proyectiles
escolares de la educación burguesa,
"tomar solo en fiestas oficiales,
tomar solo para hacerle el juego
a la liga de la enajenación.
tomar para escribir culiolada
que suenen eruditas,
tomar totalmente solo,
como la evasión de lo que nunca será,
tomar, y tomar, y caer,
y emular a los verdaderos
héroes de las superficies
soleadas, orinadas y cagadas,
tambalearse en los hitos de la familia
y la hipocresía, tomar y tomar,
y vivir en sueños que nunca recordarán
cuando estén muerto,
agregar epígrafes de poetas
malditos,
jugar a quezaso"
[los muertos y la policía poesía]
Primero. No están muertos.
Segundo. La policía no es la poesía.
Tercero. Crear e imaginar.
Cuarto. Agregue toneladas de alcohol.
Quinto. Procure transmutar los cuerpos.
Sexto. La poesía no es la policía.
Sétimo. Crear, crear, imaginar.
Octavo. Odiar y esquivar fresas.
Noveno. Insertar el poema en la lucha de clases.
Décimo.Sublimarse con lo hediondo de este mundo.
Undécimo. Intentar echar la sal en la llaga, y alejarse
leeentamente a un refugio lejos de la fama,
y la familia.
Último. Escribir para los muertos y redimirlos.