Consejos innecesarios para un amigo ca(n)sado

Laverne

Luego cuando creemos que un pájaro que huye de la mar
puede matarte las ganas de aplaudir al drama de otros labios,
se abre la consciencia a la cara de tu último sueño mojado
                        para volar con tu imaginación de emergencia,
                        (sin consciencia)
luego,
se encienden las llamas del saber sobre lo roto,
se pausan los fragmentos que ahora son huesos tontos,
y la osadía de llover los días soleados te ha costado lo robado.
 
Ya no manipulés lo derramado,
solo le das (a) todo fumado,
y empezás a quejarte de los dedos (y pedos)
                         para siempre perder en lo trillado,
y luego,
el amador se te hace pesado,
está todo mielosamente enredado,
amar lo que no se puede beber
                      sin haber probado,
y que no tenga sabor a patriarcado,
sino a un río olvidado,
y el lado del otro, el errado,
te invita a llamar a nuestro amigo (yo)
          que solo quiere driblar el ramo,
          (¡qué cansado estar todo ca(n)sado!)
escucha, hermano sitiado,
no sé como llamarlo
                sin hacerlo un poco llorado,
te ofrezco un Dios gitano,
para ver como hago
        ahora que fui amado
        y que está ahora todo marchitado
       en el vaso vacío de tu enredado amanecer.
 
(fin de un consciente animado)
(o el de un filósofo encantado)