"Oía de vez en cuando el sonido de las palabras,
y notaba la diferencia. Porque las palabras que
había oído hasta entonces, hasta entonces lo
supe, no tenían ningún sonido, no sonaban;
se sentían; pero sin sonido, como las que se
oyen durante los sueños."
Juan Rulfo, Pedro Páramo
Estoy aquí con el cuerpo transparente,
con el olor a noche de cementerio,
con las luces de mis compañeros podridos
alumbrando todo el lugar,
deslumbrándome de mi tercera muerte,
buscándome antes de mi propia muerte,
para ver de que forma expiraron mis últimos anhelos,
viendo a todos los que nacen desde las lágrimas
de los ilusos vivos,
viendo las viejillas lloronas y los santos borrachos,
estoy aquí,
pensando en como joderle la vida
al compita que me empujó a la desgracia
de caer en este mundo de sombras.
Vivo en la oscuridad, para llevarte a la muerte,
solo por joder.
Reí mucho un buen tiempo,
moviendo lentamente tu vaso favorito,
como un gato maldito sin cuerpo,
para reír y reír en la furia de la cara estupefacta,
también me dio gracias el terror que causaron
los sonidos de palabras
que parecen decir tu nombre
en las canciones,
o cuando alguien te llamó
cuando tomabas el bus,
y volviste a ver una calle vacía,
o aquella noche que te llamaban junto al sonido
de árboles tenebrosos
mientras dormías,
y te levantaste en un absoluto silencio
jurando escuchar alguien que invocó tu nombre,
maldito, ¡fui yo!
O aquel día que viste la sombra caminante,
y un viento frio erizó tu piel,
aquella sombra de un jeans y unas gafas,
y el olor a pedo caliente, fui yo maldito, ¡fui yo!
¡te lo tiré en la cara!
Me cagué de risa con tu puta cara retorcida.
(¿por el olor o el miedo?)
También aprendí a decir palabras sin sonido,
(me lo enseñó Juan Rulfo)
para penetrar en tus sueños retorcidos,
para alterar los cálidos monólogos
de tus fantasías de mierda
donde explotás tu asqueroso nihilismo,
que te permite vivir, ¡fui yo!
Cuando ibas solo en el bus o en la cantina,
cuando morías lentamente por dentro,
y pensabas:
"¿Estoy realmente vivo?
¿Vale la pena todo esto?
¿Vale la pena vivir?"
¡Yo te metí toda esa mierda en tu cabeza!
Pero ya estoy cansado y vos más fuerte...
Estoy muuuuy aburrido,
el miedo es la miel de las almas
desgastadas,
el miedo a lo oculto, y lo fantástico,
que nos ha paralizado
desde siempre,
también ha muerto.
Ya no tenés miedo,
ni me escuchás,
pensás que es la esquizofrenia,
la herencia de tu familia,
y la matás con la droga, con los libros,
con aquellas finas preguntas
que armabamos,
y ahora,
todo el día ignorando
las palabras sin sonido,
en tu cabeza retorcida:
¡vete pa' la mierda!
Tengo muuuchos años,
tengo la paciencia de la eternidad,
la paciencia de la repetición de todos
los infinitos,
tengo años de años,
TENGO TODOS LOS AÑOS,
estaré esperando,
estaré esperando, maldición,
que caigas por los oídos,
estaré esperándote en los
sueños alternándolo todo,
susurrando palabras sin sonido,
cada vez más complejas,
cada vez más elaboradas.
Pero eres un puto mortal:
morirás, maldito, morirás,
y vendrás a verme....
Ese fantástico día que mueras,
volveremos a los bares del más allá,
hablaremos de la soledad de la incomprensión,
en este mundo que me tocó vivir luego de morir,
volveremos a las fiestas,
a las palabras escritas
y los versos malditos,
a las deliberaciones fraternas,
pero sin cuerpo ni palabras con sonido,
ese día, ese maldito día,
le joderemos la puta madre
a todos los hippies,
a todos los académicos,
a todos los fresitas izquierdistas
y todas sus banderas.
Cuando te mate el Estado,
o te volés la cabeza,
cuando estirés la pata,
volveremos al fino sarcasmo
¡para destrozar a todos los mundos!