Dedicado a los imitadores de sueños
Vieja maldita, comete tu rancho,
vervea en la vereda miada de la calle 33,
ahí están las deliciosas piedras.
Brillan sobretodo detrás del cráneo
donde las cosquillas huelen a taco chino,
y las verdades solo son olores y gritos
de resurección.
Hoy los cartones están más viejos,
el viento, el bendito viento de smock,
me peina la realidad para atrás
mientras tomo mi pescozón
con birra.
La gente dice “pa” y grita “pra, pra, pra”
Me vale picha todo, la vieja y el rancho,
las deliciosas piedras,
el sufrimiento
humano,
el tiempo,
el viento,
la vida,
todo.