Jefecillos

Laverne

Caminan con sus consignas de retazos,
sus gritos dicen más la palabra “dirección”,
cuando andan en las cruzadas de evagelización
te miran,
te invitan a sentarte en un banco sin manos,
te declaman frases complicadísimas,
se levantan las barbillas hasta una sincera humillación,
para acuchillarte en los posibles debates,
con falsos remates, aburridísimos chantajes,
y sentís un rancio hedor a una altísima “erudición”,
mientras el trillillo de las falsas glorias
               caminan en la megalómanas historias que cuentan
                            sobre viejos y “fenomenales” camaradas sin historia,
y dicen solo una verdad que solo sirve para arruinar
                                           los armarios para libros malos
                                           de los enemigos de nuestra clase,
los más trotskos,
solo citan al “viejo” o un tal Moreno,
y sacan diminitos manuales
                    que tiene como título el “ABC de rancias glorias”,
luego se ajustan los lentes trotskostalinistas,
y te invitan a votar “tácticamente”
                                        por sus payasos,
para aprender a hablar de libertad,
agrupan a dos o tres jefecillos (todos machos)
                      en un altísimo altar
                          donde declaman sobre estatuas,
                          y teorías de cómodos sillones,
los nuevos monaguillos
                 aprenden a figurar sin hablar,
                  solo moviendo las manos,
                    y mirando hacia abajo tu estupidez,
los marxistas capturados, engañados,
solo ríen,
se alejan,
y lloran,
(cuando van al baño)
luego vuelven a reír
      cuando piensan:
 
“los tristes salarios
      siguen desesperados en cuentas
       por pagar entre días oscuros
       que no enseñan a soñar
       solo a vivir de la repetición de la enajenación,
se pudren las esperanzas
      en las esquinas de los jóvenes desempleados,
y este falso Dios,
me invita a un mitín de prefiguración,
me invita a la distribución
                                de sus personales glorias,
                                dónde no hay discusión,
y yo,
yo solo quiero amarte,
futura proletaria,
en los debates de nuestra precaria situación”
 
Luego, se van, y contactan a viejísimos humanos.
 
Y sale un lágrima de Miasnikov con la brisa de la desesperación,
“quiero sentir una asamblea para abrazarte con crítica fraterna”,
y llorás en la soledad de la descomposición en un lugar periférico,
 
y pensás:
 
“cuando lleguen los días soleados,
llegarán estos jefecillos a ofrecer sus «hazañas»
                                             que son solo patrañas,
los especialistas harán filas para la nihilista declamación,
querán verse como Lenin en el púlpito de la falsificación,
no aplaudiré tu oportunista canción,
ni aunque tu voz tenga un buen son,
aunque digas muchas veces la palabra «revolución»,
te acomodaré en la farsa de tu engaño,
con todas las historias de tu histórica traición,
pero sobretodo,
te tiraré la confianza y la esperanza de nuestra nueva unión obrera,
abrazaré la creatividad de la independencia de clase,
 - Izquierda del Capital -
me sumaré al sueño de la Revolución,
llenaré mi boca de agudas radicales,
de Rosas y sinceros abrazos,
aunque muera,
besaré las luchas eternas que brotan de los barrios pobres,
aunque muera,
te veré cortar las raíces de tus penas,
sin parlamentos, sin púlpitos, sin delegación, sin tu falsa pasión,
aunque muera,
oiré la canción sin fronteras, ni idiomas, ni humillación,
en el congreso de nuestra fraternal acción,
aunque luego muera,
les contaré de Berlin, París, o de Petrogrado,
les hablaré de toda nuestra evolución comunera”
 
Y vuelve la soledad de las minorías revolucionarias....
 
y entonces pensás,
 
"Me acompaño en la esperanza de las hormigas,
en el trabajo del topo,
en la mirada de un amanecer soñado, profundamente humano,
estaré pensando en la humildad de nuestro amor sin enajenación,
estaré sentado en ideas claras,
esperaré en la convicción de la añoranza de nuestra futura organización."