La foto que no se logra tomar sin el recuerdo

Laverne

Para la abue Julia
 
yo nunca me tomaría una foto donde no nos dejan esas curvas libres,
no sentirse como un ruina que repite la cinta de la vida,
mi abuela del antiguo régimen está muerta, pero yo la amé,
me gustaba el calor de su piel, y sobretodo su olor,
pero su sabia resistencia me volvió anarquista y luego
explotó la rabia antiparlamentaria, y luego, el giro,
ella inició el camino campo-ciudad con su corazón inmigrante
por la lucha de la comida del futuro,
turista a una prueba incómoda
como la forma en como creo que lo que pienso podría ser real
tan solo invocando el recuerdo que me dibujas en ella
 
la amo como a una diosa guerrera
la creo como una cara dura con dignidad de supervivencia
y ahora entiendo porque me interesa esa mirada desinteresada tuya
que intento colocar en el espacio de tu recuerdo consumado
porque creo, inútilmente, en un protón, pero no sobre el todo,
ni en el ente de lo primero y tampoco en la cara de vida durmiente,
y la sufro sin perdón, porque es un falso holograma de una posible situación,
hasta parece que puedo tocar su piel, y aún así cuestiono el suspiro
de creer que aún sigue algún curso que no termina hasta empezar,
así he llegado a una anticonclusión:
lo pensado no se acaba por solo quererlo,
también hay que trabajar por lo no dicho, ni lo aún reflexionado,
porque esa es una forma estática de estar en el mundo,
es una farsa de televisión: ¿de qué sirve el flash si no estás como el ayer ni el mañana?