Para Carmen
Escuchando árabes que fraternizan como si la muralla
pudiera ocultar las falsas historias de los humanos
que caminan entre la imaginación de la frontera,
buscando los espacios vacíos del Capital,
y la cantina ya no sabe responder a los nuevos amigos
que les han robado la voz por el frío de sus andanzas,
moviéndose como nacidos ayer en la tarde,
mientras bajaba el sol entre los ladrillos
de los viejos respiros,
las paredes sudan sangre humana,
y ya no se ve la vida,
solo absurdas glorias de opresores trasatlánticos,
y la historia no deja amar como antes
luego de la revelación de la fuente primaria,
pero a la vez, puede ella ser nuestra,
y ahora podríamos dejar solo cajas con mercancías,
para nuestro futuro, y el de nuestros hijos,
nosotros tenemos la creatividad de la miseria,
de las alas de la fábrica que han cerrado,
donde no caben nuevas tristezas,
y ya no hay ley,
más que la del valor
en los nuevos trabajos segmentados,
pero como ayer,
hay muchos amigos perdidos,
algunos ya dejaron la frontera olvidada,
pero otros siguen la ruta de la resignación,
otros,
comen solos en las esquinas donde envían mensajes
a sus enemigos para ver morir la esperaza
de sus camaradas traicionados,
por un simple billete que compra una felicidad
de supermercado,
y nuestros hermanos ahora solo sirven
como escuza para la resignación,
la misería de la enajenación nos corroe los huesos,
pero aún existen abuelitas que cuentan aquellas historias,
donde se toca la gloria de la esperanza,
y vuelvo a la vida de los debates,
y me siento más compañero que ayer,
porque naciste con una flor
que aún no abre el alma de la belleza