Los colochos

Laverne

podrían ser colochos federados
 
Salen desde lo más alto
de una voz que grita penas
que saben como encender la llama
de una sola irreverencia al orden establecido
                                    o un control particular,
y a la vez,
son la sobreproducción de unos ojos ejachadores
que saben como tronar simples conjeturas imbéciles,
pero los pedazos de preguntas caen como gotas ácidas
en el carro de la desesperación de un simple debate,
saben como conjugar errores fatales,
aquellos que te hacen sangrar en la espera
en los días del fenómeno del niño
que crispan las curvas de tu horrible calor,
yo,
solo espero que los días horribles se herrumbren,
y que tu cara siga siendo un pedazo de incógnita,
que pueda la ira ser música para tus ojos tristes
                                      o llenos de conciencia cristalizada
                                                           en historias recientes,
así como si un falso dormir
                se convierta en horas de besos,
en pedazos de tiempo bien consumados,
como un sonido de mujer que se extingue
en la somnolencia válida de la jornada laboral
                            del  día siguiente,
                               donde lloras feliz por dormir
                               pensando en la última borrachera.