Manifiesto

Serafín Delmar

Pueblos desolados
de calles generosas
donde el sol es de todos
i donde los niños mueren
con una tristeza glacial.
No es que el hombre
llora como una bestia vegetal
su miseria — sus gritos,
es otro viento que anuncia
las llamaradas de la Revolución
 
Mirándonos frente a frente
hemos comprendido que la vida es otra
i que la revolución no es una alegría.
Todos tenemos que sacrificarnos.
Oh, la vida dura de estos años!
 
Así como todos los hombres estamos
hechos de grandes dolores.
Como sera la Historia
para alcanzar la justicia social!
 
Los corazones florean en las batallas
cuando defienden su libertad.
¿Por que gritan los ríos en las noches?
Nuestros fusiles cantaran mui alto
como los hombres ante el mundo
o como las bellas multitudes
flanqueadas contra los opresores.
 
El ejemplo que tenemos en Lenin
ha hecho de nosotros limpios como el día
cuando cae de los árboles
en las marinas ecuatoriales.
Alarguémonos como un eco hacia las tinieblas
de la conciencia.
Seamos el sol insurgente que engendre
una sola palabra grande, hermana de Dios:
Socialismo.
 
Es el nuevo cristo que murió en Rusia,
en cuyo verbo dejo el destino de la tierra.
América —
oh, campesinos con el alma de la estepa,
por eso sabemos cantar i llorar
junto a las cosas bellas.
 
En esta hora acribillada de bayonetas,
es una traición el mismo amor.
 
Nosotros somos diferentes.
Allá los burgueses con la podredumbre
de sus vicios.
¡Camaradas, seamos diferentes!
¿La vida? — ¡Qué derecho tenemos después
de habernos impuesto una responsabilidad!
Un día reventará la rosa alegre de la tierra
i en cada flor el cielo habrá goteado
sus estrellas rojas.
 
 
Serafín Delmar, El Hombre de Estos Años (México D.F.: Ediciones APRA, 1929), 45-7.