He vuelto al parque donde escucho con claridad
para sentir el calor de una brisa que agoniza
las ganas de una pasión de sentir vibras ajenas
sacadas de una excavación sin aquella evasión
de los momentos donde aparecen los temores
cunado se pasa por el lugar donde hay un casa vacía,
donde puedo romper la típica alcancía de tus anhelos
de cambiar la situación de una canción que
canta viendo al sol que se oculta debajo de los ojos,
que me incita a volar,
y veo las escamas de aquella piel que aguanta los fríos del tiempo,
donde hay poco aliento para emprender la cruzada de la imaginación
de tu aliciente,
de tu mirada de consternación,
esa que tengo grabada en un cuando que
se borra en el instante que la tinta se siente triste
y busca resolver la cosificación que veo
en una imagen de una bella bruja que se sienta junto a un naranjo inútil,
que solo sirve para escupir la ganas de los pobres,
y los corazones hambrientos,
aquellos que solo el tipo descalzo
de un campo urbano que no mide las consecuencias
de llevar a cabo cada momento hasta la llegada
de aquel instante en que te imagino dormida junto
a mis viejos gatos que me han abandonado,
en ese mísero espacio de una soledad
que toma al animal como un escusa
para no olvidarla,
y veo que estás sentada en una idea con mandato imperativo
y sobretodo,
con tu oral gritería que aún recuerdo como cuando no estabas muerta...
y se me pudre un poco la mano para no llamarte con tu nombre
porque sería una última humillación delante tus principios de hechicera de jóvenes
inocentes almas,
y ya no quiero
poner sobre esto el sobrepeso de mi crisis existencial...
así he logrado llorar letras muertas para salvarme,
y aún así,
no se resuelve la belleza de este parque.
Por otro lado,
tengo este cuerpo que ha inundado el barco de la esperanza
que no puede navegar por nuestras calles,
siento solo pequeñas señales,
donde creo llegar a un puerto con energías,
donde solo hay marineros tuertos,
pero con enormes manos para abrazar,
y luego,
camino hasta la salida de una noche
donde nos tomamos notas
que revisamos en nuestras casas aún vacías de toda melancolía,
solo pequeños recuerdos difusos de un bar y una sonrisa,
y unas ganas de besar
esa seriedad y rigurosidad y la pasión
de los principios de una liberación individual.
Ella tiene un nombre que solo representa
la posición de lado que visito cuando
no quiero imaginar más,
cuando solo la ausencia puede resolverse con el vacío
de no estar junto a tus muertos míticos
que también son nuestros,
veo en las casas de los corredores problemas inútiles,
ninguno sabe la necesidad de la producción
de una pobre subjetividad dialéctica,
no se quieren aguantar la rutina de ser humanos de verdad,
como aquello que nos empuja hacia los bares de las tarde soleadas,
donde ya no importan los inútiles resultados aparentes,
solo el proceso que llega hasta un estadio suficiente donde
quiero ir al mar para abrazar tus olas
en un feroz oleaje que no vuelca hasta el
el punto del ahogo,
y veo bajo la espuma tu silueta y tus problemas
que me alistan hacia una bella muerte.