Perdido en el trayecto de la primera negación

Laverne

Pienso a través de falsas adjetivaciones,
imagino, por ejemplo,
una dulce contradicción en 
          la voz de tus palabras,
y como creo en mi mente
      objectos de conciencias,
en un sonido o un pedazo de pergamino mítico
           con las lecciones de los últimos debates.
 
Siento ganas de robar y pedir prestado
    unas cuantas preguntas a los espacios
    de inconsciencia para saludarme y ayudarme
                                                               con todo,
a vivir los días enjuiciado en
           la dulce contradicción.
 
Me siento a esperar en el silencio,
mientras veo en tus gestos, armas,
pequeñas batallas en las luchas
      de los decires de nuestros corazones,
seguimos los buses para reír
sobre la montaña de la resurrección
                       de esta materia creada,
toda ella depende de un sola relación
           que nos produce como sujetos.
 
Quiero reír en la miseria de todas las soledades,
de los mitos y viejos balcones, en la desesperación
de nuestra estupidez, o, al amenos, de nuestra ironía.
 
Salúdeme, nuevamente,
a la buena conversación,
a la sabiduría de la creación
    de la forma a través de simples
    contenidos: labios, colochos-federados, palabras,
luego,
pensamiento negado,
ganas de apropiación y superación,
intentos de adjetivación
     de la inmaterialidad
     ajena a la memoria,
a la experiencia,
momentos de glorias letales,
fragmentadas,
catarsis de posibilidades falsas,
esquizofrénicas soledades
    que buscan en la isla, solo pensamientos
                                                      múltiples.
 
Veo la sencillez en complicadísimos
                               asuntos terrenales,
para sonreír en lo más banal,
en lo más mediato,
en las pedradas efímeras del futuro-pasado,
y me doy cuenta que más partículas mueren
           y viven en un céntimo de mi no-yo,
que se destruye en lo que se repite
        en vidas de horarios y salarios,
intentando consumirme en la ideología de tu adoración,
para sentirme acompañado
           en la revolución de la negación de la tristeza,
           en bosques de asambleístas comuneros,
           en ríos de muertas preguntas humanas resueltas,
           en la era de la creatividad y la mortalidad,
viviendo la dulce contradicción,
teniendo como única bandera a la solidaridad,
al amor de lo imposible del amor,
a la imagen poética de una amistad
          que no busca falsas moradas.