Para Miguelov
En las europas los que sufren más
tienen su corazón en la furia de un trópico.
Salen lágrimas en las discusiones
de los amores perdidos,
en la situación que complica los caminos
que se han extraviado en situaciones
en la que la gloria cayó muerta
realizada en la vida de almas
que no dejan de empujar
a la vieja desesperación
hacia los niveles en donde
esta contradicción juega
un papel marginal
en este mundo.
Caen los amigos,
los amores perdidos,
las ideas truncadas
en la desesperación.
No sé como mandarte mis ríos secos.
Aquí estoy sosteniendo nuestra calma
con estos vasos con alcohol,
estoy recordando la furia de los mares,
los libros de nuestros dioses de liberación,
estoy sintiendo latidos compartidos,
cuando recibo el mensaje
de una muerte en construcción,
la inversa sonrisa de la vida que no se puede,
aunque pueda sentir un átomo de posibilidad,
tengo que vivir la miseria de la espereza
en las mentiras del amor.
Son complicados senderos que
podrán abrir solo corazones resignados.
Te doy lo que tengo….
mi dolor,
mi tristeza,
un mano pura que sufre en los recuerdos,
te doy los caminos que vendrán
cuando se abra la huida,
cuando salga mi alma solidaria
a los caminos del sonido.
Amargamente entre los árboles y máquinas,
sigo viendo los agravios, y solo puedo tomar
la sabia de la desesperación en este vaso.
Estoy aquí pero no estoy,
muero en el espacio
donde mi imaginación
cobarde camina sin reproches,
sin brújula, ni destino,
sin aviso, amigo,
comeré la indiferencia
porque las flores vuelven a las flores
en el día en que todo esto,
toda este día oscuro,
no sienta vivir más,
cuando la estática memoria de los días que vendrán
pueda dar la estocada final a los sueños,
y al olvido,
cuando el camino de los guetos tema discernir
la aptitud del sufrimiento
en los vestigios de un pasado
que fue lluviosos.
Valencia, 2019