Siguiendo a la violencia

Laverne

"Tomado según las instrucciones, Ubik le de-
para un sueño
ininterrumpido y un desper-
tar libre de molestias. Con Ubik, usted se
levantará fresco como una rosa y dipuesto
a enfrentarse a esos pequeños problemas
que le preocupan.  No exceder la dosis recomendada."

Philip K. Dick, Ubik
 
Como una pintura en las paredes del alba,
estabas sentada en tu pequeño trono de gloria,
mientras los pequeños enanos adoradores de sillones
estaban como un parche a la luna oscura.
 
Vos, actuando como rayo del sol,
con todos los colores encarnados,
con la vitalidad de generar sorpresa,
destellando el asombro de los dioses,
y de los tristes feligreses adoradores…
estás completamente hecha Sur,
como una loca bruja botinera,
pisoteas las miradas sutiles,
tejés un tejado de olvido,
cuando yo,
detrás de las tinieblas de tus versos,
dibujo señales en los prados de tu alma.
 
Intento tocarte con música críptica,
diciendo a través de la nada
que no quiero volcarme al olvido,
solo quiero sentir tu perfume-carne,
mientras el movimiento sutil de tu aura,
como una puerta al alma entreabierta,
arranca la roncha al sol,
y los caminos callejeros que dejaron
la carne seca con su sensación de muerte,
dejan ver la seriedad de tus pasos.
 
Yo, por los callejones amarillos-grafitti,
esquivando almas cartoneras-crackeras,
busco la guarida de los magos del amor,
compro en el bunker la poción de la ubicuidad,
para devolver el tiempo hasta la esencia,
solo por 15 minutos,
para luego,
acercarme con miradas derretidas,
hasta tu etílica euforia
que me agrede como el sol mañanero de tu despedida.