Su limosna es mi sueldo Dios se lo pague

Enrique Lihn

Su limosna es mi sueldo
Dios se lo pague
Un millón y medio de subempleados mendigos suscribirían el lema
si los dejaran chillar como a éste y a otros tantos pocos en el Paseo Ahumada
Se autoayuda El Pingüino y toca un tambor de cualquier cosa con su pezuña de palmípedo
Qué dislocado sentido del humor
Toca que toca sin son ni ton zapateo
de un epiléptico en tres de espectacularse
el graznido de un palo
Privilegiados son él y otros mendigos de verdad a quienes les está permitido ir derecho al grano de la limosna
como en su caso, a veces, sin ningún mérito artístico
Privilegiado el ciego que toca su flauta dulce a la vaciada luz de esta luna
Privilegiado el sordo del acordeón, artista exclusivo de la Radio-Noche
y el mudo que lisa y llanamente canta
—el que quiera celeste que le cueste—
En Huérfanos entre Ahumada y Estado las papas de la mendicidad se están quemando dulcemente
Privilegiada la Volada, que estropajosa de niños forma con ellos un túmulo prefunerario, porque de ella es el reino de la Mendicidad
Privilegiados todos ellos porque de estos corderos está hecho el rebaño de los casos omisos
¿eh, Pingüino? A ti nadie te toca un pelo
Caso omiso hacen de todos ustedes esos robots que se mueven armados hasta los dientes
con sus lobos de mano y sus metralletas eléctricas.
 
 
Enrique Lihn, "II Disparan en la noche (1974-1986)" en La aparición de la Virgen y otros poemas políticos (1963-1987) (Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales, 2014), 87.