Paso Sencillo
Todo indicaba, por su lentitud aparente
rodeada de filtros degradantes,
que previo,
algún sueño evaporado
se había depositado en su lengua.
La tarde era como un cactus,
geométrica y dolorosa
Y en ella sus pasos apenas se arrastraban
no amenazantes.
Mazurca de Talalate
Al tercer paso, resucitó como muerto.
Dos avispas pudieron haber dibujado,
sobre su mano (la derecha)
un jardín, bellamente;
Pero el escándalo de la cuneta
apenas dejó espacio para el viento
el viento solo el viento.
El viento solo el viento
habría besado de no ser.
Torovenado
No quería que por las calles
fuese lapidado.
Cubrió su rostro con nueve alegorías
--de mejillas rosadas y poros anchos--
todas variables con el transcurso de las horas
pero la última demacrada y solo a media noche.
Así sus saltos fueron
disfrazados de espadas
y a veces duendes
pero no niños
y vestidos de tubas o clarinetes
tambores pedantes con poco brillo
además, descalzos carteles muy sucios.
La última alegoría: dícese de la superposición de un epíteto frágil.
Palo de Mayo
Lo flemático había sido arrebatado
por una artificiosa lanza color pastel.
Tentáculos enormes acariciaban su frente.
Ningún adulto desprendía sombra.
Era la hora
y sus pies dibujaban delicadamente
la leve piel del perímetro.
Trazó primero, a velocidades irrelevantes
dos operaciones aritmétricas
La una escuálida y la otra sensual y de espalda interesante
Acto seguido, un escorpión le interceptó entre el beso.
El Zompopo
Fue la noche.
Un ejército de hormigas
mordisqueaban los restos de su voz
carente de afecto.
Solo la textura de un tambor evidente
atravesaría ese instante
verde y picante
bordado de ramas
de mango
verde
decadente
sin retorno.