Tiempos de Odio

Serafín Delmar

ELLOS están al frente, mirándome.
Quiero gritar, pero no puedo.
Tengo que sonreír
para que no sientan
cómo cae la tristeza.
I cuando hay un montón de arena
en el corazón,
ya pueden venir los panteoneros.
No diré, no, sino cuando saquen de mis ojos
la lágrima conque Dios me creó.
 
Estoy caminando;
y como si pisara la sombra
de los que sufren, me estremezco,
igual que un árbol
que no tiene hojas para el viento.
 
Quisiera pedirles perdón
a los que están como yo;
pero mi voz ya no tiene sangre.
Quisiera derribar los altos muros
para estos hombres que están al frente;
pero mis manos sedientas de vida
no saben sino palpar la noche,
húmeda como salida
de la garganta de las madres
cuando vienen a ver a sus hijos.
 
Quisiera gritar, pero no puedo;
encadenado estoy
a la piedra del suplicio,
donde los huesos de otros
son penas olvidadas
que ya nadie llora.
 
 
Serafín Delmar, Tiempos de Odio (Santiago: Editorial Columbus, 1946), 25-7.