(de la mercancía más preciosa)
[dialogo con un taxista radical]
Dice el mae:
Esta injusticia de los carros gigantes.
De los buses, los cabezales opresores.
Un día, circulaba con dos mercancías acomodadas,
trabajadores calificados de software,
cuando de pronto,
en el transcurso
del encarecimiento
de todas las mercancías
afectadas por lo que NO producen
estos hombres,
mientras se desplazan,
simplemente siento el sonido
del aluminio de mala calidad
que asusta la carne frágil.
Seguidamente, por la catarsis,
bajo del carro y hablo con el abusivo
compañero de la circulación.
Este me amenaza de muerte.
Saco mi revolver, apunto
y realizo el siguiente discurso:
"Que es la vara carepicha,
se cree dueño de la carretera??
la carretera de es TODOS.
Si me quiere matar, saque su revolver
y nos damos de balazos maricón."
Es claro, que no hay camadería.
Su instrumento de trabajo,
de muchos caballos de fuerza
e infinitos kilómetros
de asfalto, de estaciones random,
de gente random,
lo separada de sus cualidades obreras.
No obstante,
hay taxistas radicales.
Dispuestos a tomar las armas.