A veces me siento como una simple sombra en medio del océano: existencia inútil.
También creo en que su presencia vale más
que una música de moda,
no me doy la voz de un simple sonido en su invocación,
veo esas imágenes por mi amiga la nostalgia
que me tira a dormir
sobre los viñedos gratuitos de un
simple medio de traslación interatlántico.
Nadie pensó en morir en medio de una
sombra en el atlántico que pudo existir,
quizás, en el fondo de un sentimiento
desconocido por los que pueden dormir
sobre la máquina de volver a casa.
Yo aún siento los movimientos del hospital
en medio de la ausencia de nación,
así creo recorrer las nubes que solo
no piensan cuando una puerta las recorre,
si no,
sobre todo,
en el tiempo que nadie recuerda sin ser atrevido
o por medio de una canción que evoca tu ausencia
que se invoca en cada latido de un consciente corazón,
y aun así,
quiero no sentirte en las nubes solitarias.
Es así la vida de continuar al tiempo con el crecimiento de las uñas
aún después de la muerte,
ya que ahí incidió el último mensaje, sin razón,
de ser simple carne en medio de aquel
mar que aún tengo cuando siento
que no se llega su destino (tú destino),
en ese espacio donde se pueda imaginar el lugar donde no dormir
en dichas nubes que aparecen como estancias de un infinito esperar
que solo arriba esporádicamente con tu manera de ser para otro
dormida entre las nubes.