Una Flora Tristán

Laverne

(la mía)
 
Sentada con una mirada furiosa hacia la nada,
construyendo sistemas complejos de solidaridad humana,
abrazando a la unión obrera, anarca, comunista y a la vez ella ama
cuando escribe ensayos que tiran balas.
 
Yo, como espectador de este espléndido espectáculo rebelde,
solo tengo en mi lente esta imagen renuente,
como si yo fuera un sucio agente de retrete,
que enreda su mente para tener un chance de frente,
para sentir como me agrede su gente,
y las ganas de ser parte de este ente,
me llevan a oscuros caminos de repente.
 
Ella emprendió un camino cuando sintió el balazo en su espalda,
que desangró el espacio privado que agredió el patriarca,
y tomó esta historia para librar la ira del amor que todo abarca,
he intentó que su historia no fuera una simple rosa para la comarca,
tiró las palabras entre rejas, por debajo de las trancas.
 
Y yo, como espectador, en este espacio panóptico,
veo todo como un periodista en lo profundo del trópico,
esquivando animales furiosos, viendo caer el napalm tóxico.
 
El capital no tiene reparos en liquidar tu doble furia anarca:
ser esclava del capital y del patriarca.
 
Y yo, como espectador, te regalo una bella canción, no de televisión,
sino aquella que provoca el derroche pasión para la liberación,
escrita con tinta roja y negra que desprende un olor a revolución.
 
Estaré cantando esta melodía con la melancolía
de las largas travesías emprendidas por las mismas vías,
cantando camino a la casa y pensando tu risa arpía...
 
Y sigo creyendo en la mirada furiosa de Flora Tristán,
sentada en un diván, amando sin afán,
pensando en la miseria provocada por el capital,
y te veo igual, ahí, sentada viendo a la nada.