Dylan Marlais Thomas (1914, United Kingdom of Great Britain and Northern Ireland - 1953, United States of America)

Dylan Thomas

                                                                              Y la muerte no tendrá señorío.
 
De ordinario atravesamos la existencia como aletargados o por entre la niebla, no logrando despertar y percibir, y sin llegar a comprender, a pesar de las sorpresas, que tendríamos que estar más alerta y en todo momento preparados; nos acostumbramos a vivir como el guerrero se acostumbra al peligro, y sólo de cuando en cuando nos damos cuenta de que el hecho de existir es ya en sí mismo el don más extra ordinario. Es el milagro que no olvidan los santos y los poe tas, y ésta es la característica fundamental que les distingue de los demás hombres. Ellos solos constituyen aquella raza aparte para quienes vivir no es hacer un viaje subterráneo, y, como resultado de esta experiencia, sus obras y su recuerdo dejan una raya de luz.
 
Inglaterra pierde a un gran poeta
 
Durante los primeros días de noviembre de 1953, murió en Nueva York, a la edad de treinta y nueve años, uno de los mejores poetas que escribían entonces en lengua inglesa, y cuya obra y facultades constituían una espléndida y reconocida realidad a la vez que una prometedora esperanza. Dylan Thomas había vivido siempre bajo el hechizo de dos motivos poéticos de primer orden: el amor y la muerte, y esta fuerzas, que en la inspiración del poeta actuaban generalmente entrelazadas, envuelven casi toda su obra, oponiendose y completándose. Parece que el poeta tuviera el presentetimiento de que, como a tantos de su vocación, la muerte tenía que alcanzar prematuramente.
 
Dylan Thomas era un poeta esencial en cuya poesía no penetraron nunca los problemas intelectuales o sociales sin estar escrupulosamente depurados de sus residuos y sólo simbólicamente representados en su intrínseco valor poético: poseía el extraordinario don de la autenticidad, le atraía el milagro del mundo y de la existencia y se sentía impulsado por el afán de interpretar poéticamente su belleza con su asombrosa penetración, sus raras cualidades imaginativas, su impresionante facultad creadora, su disciplina técnica y su sentido musical de la poesía. Poeta de una fe irracional intensa, escribía impulsado por el religioso deleite de cantar constantemente la obra de Dios y ponerla ante los ojos de los hombres, ataviada con su divina gloria. «Estos poemas, con todas sus crudezas, dudas y confusiones, han sido escritos por amor a los hombres y para alabanza de Dios, y seria yo un loco rematado si no lo fueran»[1].
 
La generación de Dylan Thomas
 
Dylan Thomas pertenecía a la última generación de poetas ya formados. Nacidos inmediatamente antes o poco después de haber estallado la primera Gran Guerra, se asomaron a la vida en el momento en que se derrumbaban los valores por los cuales se había luchado en aquélla y aparecían por todas partes los signos de una inestabilidad general.
 
El ambiente literario no era menos confuso al remontar el segundo tercio de nuestro siglo, cuando la joven generación de poetas empezaba a producir. Hacia 1934, parece que no se abrían ante ellos otras perspectivas que las proyectadas por la rigurosa crítica del hombre y la cultura modernos, según Eliot, o la realista aceptación del materialismo, de acuerdo con Auden. Ninguna de estas alternativas satisfizo ni mucho ni poco sus preocupaciones, y Dylan Thomas, por un lado, y Henry Treece y los «apocalípticos, por otro, se esforzaron por encontrar solución a sus problemas, descubriendo otros caminos. Asimismo, algunos poetas de formación más lenta, y otros de producción o desarrollo relativamente tardíos, exploraban terreno virgen. El resultado fue que los veinte años transcurridos a partir de entonces y la tremenda experiencia de la segunda Gran Guerra alteraron visiblemente el panorama, y, en aquel momento, en la poesía inglesa se podían señalar nuevas direcciones.
 
Utilizando la agrupación por generaciones –previa aceptación de los inconvenientes del sistema– con la idea de ofrecer una esquemática orientación literaria y trazar un leve esbozo del período en que se desenvolvió la personalidad de Dylan Thomas, es conveniente imaginarse el panorama de la poesía inglesa de 1950, escalonado por cinco generaciones de poetas. I) Los poetas ancianos, Walter de la Mare y el laureado John Masefield, supervivientes de la generación de Yeats, Kipling, Chesterton y Belloc. II) Los poetas maduros que podemos alinear al lado de T. S. Eliot, como Edith Sitwell, Edwin Muir, Robert Graves Edmund Blunden –a cuya generación pertenecían James Joyce, D. H. Lawrence, Charles Williams y los grandes poetas que murieron en la primera Gran Guerra, Rupert Brooke y Wilfred Owen. III) El grupo de poetas que estaban en su culminación, algunos de los cuales se habían interesado vivamente por España: Roy Campbell, Cecil Day Lewis, William Empson, Wystan H. Auden, Louis Mac Neice, Vernon Watkins, Kathleen Raine y Stephen Spender. IV) La cuarta generación, con Anne Ridler Henry Treece, Kenneth Allot, Frank T. Prince, Roy Fuller, George Barker, Laurie Lee y David Gascoyne, que eran los poetas que tienen alrededor de cuarenta años, y a cuyo grupo pertenecía Dylan Thomas. V) Y la diezmada generación de W. S. Graham. John Heath-Stubbs y Alex Comfort –de la que formaban parte los malogrados Keith Douglas, Sidney Keyes y Alun Lewis, que cayeron en la segunda Gran Guerra– que era el conjunto de poetas más reciente, todavía en formación.
 
Los representantes de la primera generación, a pesar de lo avanzado de su edad, producían todavía buena poesía dentro del cauce transicional de principios de siglo. Los poetas de la segunda generación, en la que se encontraban las eminentes figuras de T. S. Eliot –piedra angular de la poesía inglesa contemporánea– y de Edith Sitwell, era un grupo heterogéneo de individualidades que habían alcanzado hacia ya años su completa personalidad y escriben una poesía de extraordinaria calidad, que no supone ninguna innovación abrupta respecto de lo que habían producido anteriormente, aunque podía contener, en alguno de los casos, un sensible avance o una superación. La generación siguiente, que durante los años 1930-1940 había reaccionado reciamente contra el intelectualismo, la actitud crítica, la pureza poética, el interés métrico y la frigidez aparente del grupo anterior, presentando un motivo de carácter social –y que contaba con personalidades de la categoría de Roy Campbell y W. H. Auden–  parecía haber franqueado su etapa de intención política para desembocar en horizontes más serenos y encontrar inspiraciones más limpias y ventajosas para la producción poética. La cuarta veneración y el grupo de Poetas jóvenes, con Dylan Thomas en primer lugar, reaccionaba tanto contra el frío intelectualismo de Eliot como contra la poesía realista y de significación social producida por la generación anterior a ellos, y, superado el surrealismo, se esforzaba en ampliar el horizonte de la poesía inglesa mediante una aprehensión global de los mundos interno y externo, y realizando una renovación de carácter emotivo y pasional en la que intervenían en alto grado las cualidades imaginativas.
 
Esquema biográfico
 
Dylan Thomas nació en Swansea (Gales), el año 1914, y se educó en la Grammar School de esta ciudad, donde su padre estaba de profesor. Ya en su época escolar empezó a escribir versos que aparentemente no se relacionaban con nada de lo que se hubiera producido con anterioridad en el campo de la poesía inglesa, y cuyo lenguaje manifiesta una extraordinaria personalidad. Reacio en reconocer la autoridad académica, y receloso en aceptar los valores poéticos antes de comprobar personalmente su autenticidad, se acercó desde el primer momento a la historia de la poesía de su patria con la mayor cautela; sin embargo, nadie aprecia mejor que el la obra poética que salía inmune de su exigente examen.
 
Al dejar el colegio practicó una temporada el periodismo, ejercicio que abandono pronto por parecerle incompatible con su labor creadora, y más tarde, durante la segunda Gran Guerra y después de ella, se dedicó a la radiodifusión y a escribir guiones para el cine y para la radio. Durante estos últimos años, hizo varios recorridos por las universidades norteamericanas, conferenciando y dando recitales de sus poesías, cosa ésta que realizaba de un modo singular, debido a sus raras cualidades de bardo, combinadas con las de actor.
 
Dylan Thomas estimaba el mundo y la vida, quería a los hombres generosos que son capaces de amar y sentir, y para ellos escribía aunque algunos no pudieran comprender su obra y acaso ni leerla. En cambio, profesaba el desenvuelto desprecio que todo espíritu verdaderamente creador siente hacia los imbéciles y los sicofantes, y odiaba ferozmente a los ingratos.
 
Sus amigos están de acuerdo en considerar a Dylan Thomas como un hombre liberal y sencillo, generalmente en lucha con sus apuros económicos, que a pesar de verse obligado a subordinar su talento a algunos empleos para defender a su familia, jamás comercializó su genio poético. En 1936 se casó con Caitlin Macnamara, de la que tuvo tres hijos.
 
La obra de Dylan Thomas
 
Los primeros poemas de Dylan Thomas aparecieron en los años 1934 y 1936 con los títulos respectivos de Eighteen Poems (Dieciocho poemas) y Twenty-five Poems (Veinticinco poemas), dos colecciones sorprendentes –sobre todo la primera– que apasionaron y desconcertaron a los lectores y críticos por la energía verbal, la musicalidad, la aparente novedad y la oscuridad con que se manifestaba su visión. No es que con ellos el poeta hubiera ya fraguado el impresionante medio de expresión que le caracteriza; sin embargo, estos poemas eran ya hasta tal punto originales, y en ellos se utilizaba el lenguaje con tanta audacia y maestría, que una poetisa de la categoría de Edith Sitwell dijo, al publicarse la segunda colección, «que había aparecido un nuevo poeta que mostraba a todas luces la promesa de sus enormes posibilidades», y cuya obra estaba concebida «en grande, tanto por lo que se refería a los temas como a su estructura»[2]. Entre todos sus admiradores, los más desorientados fueron los que se dejaron cautivar simplemente por la modernidad que a primera vista ofrece Dylan Thomas; pues, en realidad, su poesía fue ya desde el primer momento una poesía de raigambre tradicional, adaptada a los fines particulares del poeta y que respondía con fidelidad al estilo de nuestro tiempo. Como se lee en el artículo de «The Times», correspondiente al día siguiente al de su muerte: «Nadie ha llevado de un modo más brillante la máscara de la anarquía para esconder la verdadera faz de la tradición»[3].
 
En 1939 aparecía The Map of Love (Mapa de amor), un volumen de poesías y cuentos, que representaba una evidente superación. Los poemas en el comprendidos eran fruto manifiesto de experiencias percibidas y reguladas por un movimiento religioso y un dominio más perfecto de sus posibilidades expresivas. De ellos dijo Herbert Read que constituían «la poesía más auténtica que se ha escrito en nuestra época»[4].
 
Con Deaths and Entrances (Defunciones y nacimientos), publicado en 1946, el poeta triunfaba definitivamente tanto ante las dificultades presentadas por su ambicioso instrumento expresivo lenguaje, musicalidad y nuevas modalidades métricas como en el esfuerzo que supone la integración del mundo en su conciencia y el desarrollo de sus cualidades imaginativas. Los críticos ingleses –aun los que percibieron y señala las imperfecciones existentes— saludaron la aparición de este volumen con sincero entusiasmo. WJ. Turner escribió en esta ocasión en The Spectator: «Dylan Thomas nos muestra en estos poemas aquella mágica cualidad de auténtico poeta, original y tradicional, imperfecto pero sobresaliente, que posee el fuego y el poder indiscutible del genio»[5]. Y Stephen Spender, que en un principio no había entendido a Dylan Thomas[6], al enjuiciarlo en Poetry since 1939 tuvo que reconocer que era un poeta que había conquistado la admiración de todos los poetas contemporáneos, y para quien se debe utilizar a veces la palabra genio[7].
 
A fines de 1952, al salir a la luz el volumen de sus Collected Poems: 1934-1952» que recogía prácticamente todas las poesías publicadas en los cuatro libros anteriores y añadía a su contenido siete poemas inéditos, «The Times Literary Supplement» consideraba su aparición como un fastuoso acontecimiento y le dedicaba un admirable artículo crítico de página entera[8], Philip Toynbee desde The Observer le calificaba como el mejor poeta inglés contemporáneo[9], y se le concedía el premio William Foyle de poesía para 1952[10]. En los juicios aparecidos a raíz de su muerte ha sido considerado como el «poeta más original»[11] de estos últimos años; como «uno de los grandes maestros de la poesía inglesa»[12], «este raro espíritu inmortal, uno de los grandes poetas de nuestra época, que creó un lenguaje y se burló de la grandilocuencial»[13] su colega Kathleen Raine, al distinguir como el poeta supremo de la juventud, se pregunta con asombro: «¿Quién sabe lo que hemos perdido con su muerte?»[14].
 
Además, como resumen, en 1954 aparecieron dos libros sobre Dylan Thomas: el del autor norteamericano Elder Olson[15], que siguiendo un método estrictamente literario estudia el simbolismo y la técnica descriptiva y lingüística de Dylan Thomas; y otro del escritor inglés Derek Stanford[16],
que según un procedimiento más tradicional se acerca a la personalidad del autor y analiza detalladamente su obra, procurando desentrañar su oscuro significado. Ambos autores, que a la vez son poetas ellos mismos, coinciden en señalar a Dylan Thomas un lugar preeminente en las letras inglesas contemporáneas.
 
Todo esto que podría parecer circunstancial y fruto de obligada simpatía no tiene nada de desproporcionado ni intempestivo, ni esta valoración de Dylan Thomas carece de fundamentación crítica: ahí están sus Collected Poems para demostrarlo. No sé si en los juicios más absolutos quedaron al margen nombres como los de T. S. Eliot, Edith Sitwell y Roy Campbell, y sólo se tuvieron en cuenta los poetas de menos de cincuenta años. Pero lo verdaderamente cierto es que Dylan Thomas era el poeta inglés de nuestros días que tenía mayores posibilidades para producir este tipo de poesía lírica suprema, desafiadora del análisis[17], misteriosa e inefable, y a la vez tradicional y moderna, que constituye sin lugar a dudas la mejor clase de poesía.
 
 
[1] Nota de Dylan Thomas a sus Collected Poems 1934-1952. Den and Sons. Londres, 1952.
[2] Edith Sitwell: The Achievement of Mr Dylan Thomas «Sunday Times», 1936. Ver también Henry Treece: Dylan Thomas Treece: Dylan Thomas. Lindsay Drummond Ltd. Londres, 1949, págs. 145-148.
[3] Mr. Dylan Thomas: Innovation and Tradition, «The Times», martes, 10 de noviembre de 1953.
[4] Kenneth Allott: Contemporary Verse. The Penguin Poets. Londres 1950, pág. 225.
[5] Añadiendo que «Si alguien busca la nueva poesía contemporánea digna de nuestra gran –y aun diría suprema tradición inglesa, aquí tiene». W. J. Turner: Reseña de Deaths and Entrances «The Spectators» 8 de febrero de 1946. Londres.
[6] Al aparecer Eighteen Poems, Spender había dicho que los poemas de Dylan Thomas no eran «más que material poético sin cabeza ni pies».
 
Asimismo, MacNeice, que tanto ha ensalzado a Thomas en estos últimos tiempos, manifestó que era un lenguaje indómito pero de ritmo ebrio. Elder Olson: The Poetry of Dylan Thomas, The University of Chicago Press, 1954, pág. 1.
 
[7] Stephen Spender: Poetry since 1939. Longmans, Londres, año 1946, pág. 45.
[8] «The Times Literary Supplement», 29 de noviembre de 1952.
[9] Philip Toynbee: Reseña de Collected Poems: 1914-1952, «The Observers», 9 de noviembre de 1952.
[10] En diciembre de 1953, unas semanas después de muerto el poeta se otorga a sus Collected Poems el premio «Taormina-Etna» que consistía en un millón de liras (575 libras).
[11] John Arlott: Dylan Thomas «The Spectator», 13 de noviembre de 1953.
[12] Mr Dylan Thomas: Innovation and Tradition. «The Times» 10 de noviembre de 1953.
[13] John Pudney: Wales Loses a great poet. «Picture Posty», 28 de noviembre de 1953.
[14] Kathleen Raine: Dylan Thomas. «The New Statesman and Nation», 14 de noviembre de 1953.
[15] Elder Olson: The Poetry of Dylan Thomas. «The University of Chicago Press», 1954.
[16] Derek Stanford: Dylan Thomas: A Literary Study. Neville Spearman. Londres, 1954.
[17] Cyril Connolly: Reseña de Collected Poems: 1914-1952. «The Sunday Times», 9 de noviembre de 1952.
 
 
Esteban Pujals, "Dylan Thomas (1914-1953)" en Dylan Thomas, Poemas 1934-1952 (Madrid: Visor Libros, 2001), 7-17.