La clase de matemáticas

Eunice Odio

El maestro recostado en un coseno
tira entre un lirio un radical pequeño,
y el lirio eleva a quintas dimensiones
su número impreciso, en la madera.
Mil números tirados en el aire
forman letreros, sumas, alfabetos,
letreros de clavel desintegrado
alfabetos de química en bandera.
 
Un seis y otro seis, equivocados,
juntan su atroz figura en un cuaderno,
lápices,
lapiceros
y compases
sufren entre las puntas de los dedos
un luto de ecuaciones y vergeles,
y por la sien resbala como un eco
un cataclismo roto de papeles.
 
Gestos de sí, de no,
anotaciones hechas en la niebla,
aclaración mayor en las pizarras,
duda tenaz entre la ceja izquierda
y la esperanza en puntas desvistiéndose.
Cambia de sitio el nueve contra el cuerpo,
el cero sulfuroso se apresura,
aguijonean al uno los escépticos,
se alegran de su forma las esferas
y se descuelga el rombo a la pirámide.
 
El penaángel tiembla detrás de los quebrados
y un dos de nieve pierde sus cándidas potencias
a la orilla perfecta de su doble.
Corre la dimensión hasta su borde.
Gestos de sí, de no,
lamen la lengua de las espirales,
retractan los azules sus dos piernas,
los poros duelen, queman las pestañas,
onces de alambre acuden por el aire.
 
Sietes desconocidos se adelantan,
con dulce pie de átomo de siete,
igual a gota de uno igual a cero niños,
a tres nubes multiplicadas por el oro.
 
Los noventa escapan viento adentro
hacia las mariposas y las tardes,
el corazón de un dígito
se para en el cuaderno
y un diez redondo clama contra el muro
aclaración mayor en las pizarras;
mueren de atroz blancura las paredes,
alisan su furor las progresiones,
cambia el cielo de rumbo,
de corazón las equivalencias,
de dueño el día,
de longitud los átomos.
¡Qué fracaso tan alto contra el sueño!
¡Qué sueño tan metódico el del caos!
 
 
                                         Marzo, 1956
 
 
Eunice Odio, “Tercera Parte: Poesía”, en Eunice Odio en Guatemala y otros países centroamericanos, ed. Mario A. Esquivel Tobar (San José: Letra Maya, 2019), 201-3.