—¡Ha despertado un hombre!
—dijo el viento
como si hubiera visto
un terrible milagro.
Alguien dijo que aquel nuevo despierto no sabía
qué hacer con sus dos ojos tan enormes.
—Se mira en los espejos y se pone a llorar...
Yo lo busqué para llevarlo a mi corazón
y decirle por qué mis ojos son grandes y puros,
pero sólo encontraba hombres dormidos,
cruzados como leños, hacinados,
escuchando algo tierno o lago cómodo.
Muchos despiertos, cuatrocientos
despiertos me rodearon. Y yo dije:
—¿Dónde se encuentra el nuevo despierto?
—¡Aquí está con nosotros! ¡Cantemos y bailemos,
porque todos los hombres aprenden a nacer,
pero sólo unos pocos consiguen despertar!
La República, 21-05-1967, p. 25. https://prensacr.info/data/6109e4d6445c2c64528bf02e