Conclusiones filosóficas de caminar en lugares donde asaltan

Laverne

                                         por nacer en los barrios del Sur
 
Divagando por la tierra que me tocó caminar,
errante entre la gente que me tocó ver,
     mezclando mis labios con palabras,
       escuchando, diciendo, contradiciendo,
        luchando con vos sin ser escrita,
         recordado el principio fundamental
            de la liberación individual...
              de la ideología dominante…
en fin, pensando en nuestro tiempo,
                               en nuestras vidas
 
Pienso,
“la pie de algunos se mueve con un falso sentir:
  la de ser producto de una absoluta libertad de driblación”
 –de seguro bajo los efectos del alcohol– 
según ellos, insisto, cuando dicen que están
   “tocando la síntesis de la idea y del objeto,”
en ese instante es cuando me veo obligado
a detener mi caminar
                  para llorar con lo que sigue
                          a continuación:
 
En el movimiento analítico
    siento una mirada punzante
    –con las antenitas de vinil–
      y veo la encarnación de la otra cara
                                    de la acumulación,
       un tipo donde su cuerpo se presenta
       a la situación, rumiante,
        difuso, rodante, ausente,
        veo en sus ojos un animal
                                 de instintos,
         ojos perdidos, humeantes,
          olvidado en el deseo y la pasión
               de la inmediatez, de lo fácil,
                     de lo muerto, de lo vacío
 
El tipo se acerca y el revolver apunta,
ahora,
a mi pobre mente,
pienso en el instante de escape,
  pero la chicarra paralizadora
               de la posibilidad del disparo,
congela mi cuerpo,
y se escuchan los gritos,
básicos versos amedrentados,
exigencias de objetos y mercancías,
       sí, quería el asqueroso dinero….
enseguida la culata besa mi piel
               y ella llora en sangre,
y salen a pasear los sumos del terror
                       de mis últimos momentos
 
 
La nueva realidad,
compuesta, ahora,
por sangre y miedos congelados,
y sobre todo,
con estos condicionantes de la emancipación,
es decir,
el revolver apuntando a mi cara,
me hace pensar sobre las capacidades de abstracción
                                                 de estos tipos violentos,
      su humanidad dormida
        solo ve en mis ojos,
         bolinchas y miedos,
      e infinitas posibilidades de consumación
                   del deseo banal
          en las porquerías del dinero ajeno,
es decir,
vivir en la libertad individual de pequeñas islas
                                  en el mar de la putrefacción
                          de este puto sistema de explotación
                           que despedaza frentes, sueños y colores
 
En los tiempos de la muerte por las tesis,
entre los sumos de los gusanos
          y las moscas del reguetón,
                             y las vidas de ganster,
pensar es desesperación y drogadicción,
es,
renunciar a la esperanza
      y consumir el presente,
por tres minutos de satisfacción...
(es como el sexo de los idiotas)
 
Yo sobrevivo en una isla,
 —con muchas ganas de llorar —
siguiendo a la ceremonia del vivir...
            pero con el sueño de la consternación,
              que me empuja a recordar, vivir y superar
 
En la siguiente mañana,
        la cabeza despierta
             con dolor a culata,
piensa que las posibilidades de acción
            se ven condicionadas por el error,
                   —y ahora el terror—
este poeta,
se ve enfrentado a la representación de un mundo
              que ha perdido las ganas vivir y florecer
                ya que los barrios de la esperanza
                     sucumbe ante la miseria
                      de la metralla individual.
 
Cuando leo los farsantes del arte,
               los nunca culiatados,
               escupidos, maltratados,
imagino cuerpos sentados
      en sillones con pequeños libros de gorriones,
       que escriben sobre amores, colores y sabores,
“descubriendo” la naturaleza del oficio
–según ellos–,
y el poeta aculatado,
    se siente indignado...
siente miseria al recordar,
ya que las marcas del odio
              sintetizan el ahora,
y mañana,
   a buscar dolores, amores
                  y futuros mejores...
para encontrar
    las mantas doradas
         de la declamación,
cuando se ve marchita
   la solidaridad humana,
por la cabeza del mercado
                    en las cabezas,
cuidando solo sus pellejos,
sus falsos amores,
la ley del valor
  inserta en la miseria
            de sus mentes,
humano frio, ciego,
en olvido de sí mismo,
eso es lo que pienso
cuando divago por estas calles,
llenas de cuerpos sin amores.