Hermanos

José María Zeledón

Mientras haya esclavos,
mientras haya hambrientos
mientras de la vida
sobre el campo yermo
florezcan los duros
cardos del tormento;
mientras los dichosos
mientras los perversos
triunfen en las lides
del humano empeño
con el fácil triunfo
de sus puños recios,
mientras haya seres
que giman opresos
sin pan, sin abrigo,
sin luz, sin consuelo
uncidos al yugo
del dolor eterno
dolientes, marchitos,
exhaustos, enfermos,
mientras haya madres
de escuálidos senos,
con hijos que lloren
por alimento
que no logran darles
con sus mustios besos;
mientras la llamada
Justicia sus yerros
o sus ignominias
derrame en el predio
del dolor que ruge
desnudo y sediento
se alzarán los gritos
del estercolero
en que Job se pudre,
ese Job moderno
que ya no recoge
su verbo blasfemo
para arrodillarse
cerca del sueño
de una falsa gloria,
de un medio premio.
Se tiraniza,
si el sol el derecho
ya es un sol verdadero
para el triste pueblo
que arrastra sus penas
por entre el silencio
de la tenebrosa
noche de sus éxodos,
mientras los que mandan,
gordos y repletos,
se entregan a todo
género de excesos,
hartos de verduras
y de honores llenos,
¿por qué cuando estallan
con fragor los truenos
de ansias locas,
de los rojos sueños
que azotan airados
tantos pensamientos
proletarios, tiemblan
los fuertes gobiernos,
y descondenan
sus feroces miedos
y quebrantan vidas
y mutilan cuerpos
y todo lo arrasan
como locos vientos
que soplaran sobre
bosque de esqueletos?
Chacales humanos,
¡déspotas con miedo!
Seguid esquilmando
nuestros campos secos.
Erigid cadalsos,
venta tormentos,
que en el sitio mismo
donde el brazo vuestro
sacrifica un Cristo,
veinte cristos nuevos
se alzarán más fuertes,
se alzarán más fieros
con la antigua fusta
que al tocar los cetros
los hará en pedazos
rodar por el suelo.
La Escuela Moderna
seguirá viviendo,
seguirá alumbrando
erguida a despecho
de vuestras cadenas;
vengará a sus muertos
y hará con sus bombas
de su pensamiento,
polvo las guaridas
donde los lobeznos
del poder afilan
la garra en acecho.
No durmáis, ya es hora;
esperad despiertos,
lobos sanguinarios,
¡déspotas con miedo!
 
 
                       Hoja Obrera, 29 de septiembre de 1910
 
 
Mario Oliva Medina y Rodrigo Quesada Monge, Cien años de poesía popular en Costa Rica 1850-1950. Tomo II. La Musa proletaria (1903-1948) (San José: Editorial EUNED, 2008), 25-8.