tendida sobre el cielo de estrellas
envolvió con lágrimas las pulsaciones
que ladraban en su vientre
la mujer que tenía que parir
hijo para la fábrica
con un odio escondido las máquinas
piteaban en sus ojos la angustia de
todos los hombres
esta mujer bien pudo ser pastora
de los paisajes del mar i traer un
poco de alegría en los ojos a este mercado
donde 2 pájaros han dejado la
señal de su tanto
pero nó
el hombre que abandonó una semilla
en el surco reventó en un grito
i el hijo rasgando el dolor en una
sonrisa de su madre que cayó al suelo
midió su esperanza en el ruido de los motores
entonces todavía eran felices un momento—
brotó la miseria volteando la montaña
como el sol para entrar a la casa igual que
cualquier amigo
despues todo fué inútil
porque resbaló el tiempo con la misma
piedad de los hombres felices
esta huella es la más profunda en la
cara de los niños pobres i pintan los
cardinales su bandera roja en el corazón
así surje el H o m b re emigrante
solo fuerte i proletario
apretándose en los sentidos el único
recuerdo antes que la madre:
R E V O L U C I O N
cuya juventud llorada en los pitos
crece un derecho: "el derecho de matar"
Serafín Delmar, Radiogramas del Pacífico (Lima: Editorial Minerva, 1927), 17-8.