Las chimeneas de Lima embanderadas de huelgas
ya tienen escritas en sangre el 23 de Mayo
que nos saluda.
La ciudad, con afiches murales de miseria, tienda
su mano de despedida con el trapo de la niebla—
hasta luego— y apreté la costa en mis manos
mientras los pitos rasgaban el cielo donde se ha
escrito la Revolución.
En alta mar el ruido del trasatlántico espanta
los corderos del océano—
fuerte el viento se prende de las amarras como
el hambre en las calles del Callao—
cielo y mar abrazados alborotado mar del Pacífico.
Verde Canal de Panamá—
lagarto con dentadura de cañones triturando la
esperanza proletaria.
Allí —la justicia de Wall Street mira insolente
al mundo
y las esclusas levantan himnos a la torre Eiffel.
Los loros, rojo internacional,
dejan caer de sus picos perfume
de frutas.
¡Qué dulce está la mañana llovida
en las mejillas de mi compañera!
Canta el viento—
su voz exprime jugo de cañas—
en el paisaje teñido, los pájaros
de colores cuelgan su canto en las
chirimoyas que apuntan como pezones
de india campesina.
Larga sirena de ingeniería
con potentes grúas que extraen estrellas
del agua—
tiemblan los destroyers que vigilan el Sur.—
El cielo fotografiado en el lago Gatun
es el vientre del Canal de Panamá donde se incuba
otra guerra.—
¿No sienten las arengas sociales?
Los hombres se pintan el corazón con palabras
agitadores arrancadas de los campos de América.
Pasa el último pájaro de la tarde llevando el
mensaje de una estrella que pone su canto olvidado
a los pies de la noche.
Calles de Colón
con barrios de color donde los negros lloran
en el saxofón.—
En los cabarets los Ku-Klux-Klan
remiendan con hilos de sangre la noche cuarteada
por los gritos de angustia que lanzan obsidianas
mujeres.
y por los faros y las marimbas que lloran en el
muelle.
Habana—
ciudad cinematógrafo de crímenes
con el sol, centinela de tráfico—
aquí canto un himno rojo en las calles
trasnochadas de la ciudad que derrite su tragedia
en el vientre del sol de hierro.
Desde las ventanas abiertas ladran las estrellas
al paisaje calafateado.—
Los globe-trotters de Boston, Chicago y Filadelfia
ríen desde el ojal de los rascacielos.
mirando la tragedia de las calles angostas
como alambres de tranvía por donde pasa
la muerte rozándonos la sombra.
En cada vientre de mujer la protesta
se hace angustia de colonos del norte—
y en la cartera de los hombres hay una tarjeta:
Paula Romero, un servidor.
Esta Llamada escrita en la orilla de los 2 océanos
envuelve el grito de 20 pueblos donde el
imperialismo yanqui iza sus banderas.
Camaradas de Sudamérica—
aquí se siente que México es nuestro.—
Los indios estiran el sol desde los Andes
desparramando en el campo semillas de libertad
y el grito —tal vez más fuerte de la
Revolución.
Alzad las manos, trabajadores:
la huelga es el único ángulo mayor de donde
salen ondas a morder el paso de los siglos.
Repertorio Americano, 16 de noviembre de 1929, p. 300-1.
https://archivorebelde.org/pages/6643