Solo puedo mentir cuando no escucho aquello,
ves,
aquello donde en medio de un sol arenado
se te quemen los pies del alma que empiezan
a correr hasta nuestros caminos encontrados,
y yo,
por otro lado,
no me siento aún consumado por tu pasión
de aquellos barrios del sur
donde podemos tramar una escapada
en los terrenos de nuestras almas llenas
de terror y valor por velar el momento
del reencuentro de nuestras historias que
inició un fin próximo con el final de un
último acompañamiento de un viejo que
va hacia una vida que no viviremos,
la cual seremos arquitectos del sufrimiento de lo imposible,
y así,
llevaremos nuestros vacíos de nuestra
fe compartida solo en el deseo difuso de
volver a verte de lado solo para querer
contradecirte.