Mesa separada por largos trazos de lluvia
exponen en su silla a una inmaculada
que brilla desde el fin de una pedada.
Redondos caminos hacía la gloria amarilla
pasan por pieles prohibidas que toman
la osadía de exponer una cara que
quiere ser emancipada por medio de palabras,
entonces los verbos se conjugan para
cautivar expresiones de asombro
mientras las ideas buscan un sano
flujo en los raudales de tus escombros.
Los ríos siguen su curso en las tráqueas
y los conjuros aún no logran llegar
hasta la magia de miradas cautivas,
se acercan animales históricos,
se sientan y expresan frases,
los momentos incómodos
circulan en los oídos de las paredes,
y el efecto de la circulación
inicia su camino hacia el olvido
del día después.
Se levantan las promesas
de nuevas mesas profundas
que no caben en la vergüenza,
mientras se inicia un nuevo
camino hacía una gloriosa miel.
Vuelve la idea de caminos imposibles,
vuelve la imagen de ondulados espejos,
vuelve las ganas de tomarme la mano
y huir junto al recuerdo inacabado
de lo que nunca sucede.